los días al revés

Todo iba viento en popa hasta la call. Me he levantado. Hoy es verdad que a pesar de mis perspectivas de anoche no he salido a pasear de madrugada. No todos los días me levanto con ganas de vivir y hoy era uno de esos de arrastrarme hacia la kettle, sentarme con el codo izquierdo apoyado sobre la mesa, la mano sujetando la cara, la derecha calentándose con la taza y ya.

A las 9:30h, ya más recompuesta, he tenido clase de arte prehistórico. Si os digo la verdad, me apetecía cero (muy a tono con el despertar), pero me he venido un poco arriba y he acabado disfrutando de lo lindo. De lo lindo tampoco, pero guay.

De once a doce y media he trabajado con la perspectiva de la multillamada de la una. A la una y media venían mis churumbeles, comida, recogiditas y a cumplir con mi jornada presencial, que empieza el martes a las cuatro y termina el miércoles a las cuatro. Superplán.


Todo iba viento en popa, os decía, hasta que la llamada de los martes se ha extendido durante dos horas. Los hijos llegaron a la una y media y yo sin poder ni decirles hola, ahí colgada de un teléfono sulfatado enganchado al ordenar para no quedarme sin batería.  Según veía acercarse la hora 3 he decidido que iba mañana a la parte presencial. Mi salvoconducto es muy clarito y no me quiero yo arriesgar a que me digan que qué hago por ahí pasada la hora de entrada al trabajo. 

Después de la llamada, exhausta de información y próximos quehaceres, he salido pitando a terminar la comida. Con los nervios y los cambios de rutina ha vuelto el humor negruzco del despertar y aunque lo he intentado muy fuerte no he podido evitar algunos encontronazos generacionales (bien por nosotros, hemos conseguido que no llegara la sangre al río).

Ahora mismo estoy hecha de rutinas y cambiar la de hoy, que afecta a mañana y pasado, me tiene en un sinvivir. Me he quedado sin plan. He seguido trabajando, me he enganchado en un par de redes sociales, he hecho como que me ponía a estudiar pero no, he admirado mi gran ramo de lirios (qué, pero qué maravilla), he estado aquí sin medio estar porque hoy no tocaba y ahora van a ser las ocho y no me apetece nada salir.

Si hoy fuera ayer estaría haciendo yoga. Si fuera hoy sin ser hoy estaría en la resi trabajando, si fuera mañana estaría colocando las cosas de la compra. En los tres casos tendría claro que lo que viene después es el paseo de las ocho. Pero como me he quedado coja de rutina aquí me tenéis, perdida en la espontaneidad de inventarme una tarde que no tocaba.

Así que me voy a regalar un rato de yoga, un paseo nocturno y unos besos de mis miniyós, que falta me hacen.

Buena tarde a todos, 

L.

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