Fuera telarañas

La semana pasada fue mi cumpleaños. Todo en orden una vez recuperada del sustazo que dan esos cincuenta a la vuelta de la esquina. He empezado la página de los 46 en pleno confinamiento, que podría parecer mal pero no. Tuve la suerte de contar con mi familia (todo muy virtual, que yo soy muy cumplidora de fases, no como mi vecina que está ya en el final countdown), con algunos amigos (los más mejores, que siempre están), alguna ausencia sonada (a la mierda) y con el descubrimiento del año: los mejores compañeros de trabajo ever!

Por supuesto, la felicidad del día la pusieron mis hijos, con sus sonrisas, sus besosabrazos, todos los planes que tenemos juntos y sus regalos molones. Y ya con la perspectiva que da llevar una semana en los 46, os cuento la felicidad de la página en blanco y de poder decidir cómo quiero llenarla.

Saber que soy libre para hacer lo que quiera con los 46 es maravilla. Solo tengo que decidir qué quiero hacer y trazar un plan. Que parece poca cosa, pero este año quiero hacer algo diferente. Quiero que los 46 sean especiales. Quiero que molen. Quiero llenarlos de cosas que me gustan, de gente molona, de comidas riquísimas, de días de colores, de música, de bailes, de museos, de buen humor, de libros buenos, de libros en general, de paseos, de cosas nuevas. Quiero cosas nuevas. Muchas primeras veces. Muchas lentejuelas. Quiero divertirme. Quiero reírme. Quiero disfrutar de cada cosa que haga. Hacer planes. BAÑARME EN EL MAR. En mis 46 tiene que haber mucho mar. Mar a tope. Quiero tomar las riendas. Dar el paso. Emprender.  Celebrar. Llenar mi casa de amigos. Brillar. Quiero un año purpurina. Eso es lo que quiero. Que parece todo muy naif, pero nada de nada. 

Quiero movimiento. Que estoy aburrida de los días iguales. Del sofá. Del encierro. De la soledad. De la monotonía. 

De las telarañas.

Fuera telarañas.

L.

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