las rrss son el mal

Llevo dos días durmiendo peor, lo que en mi caso puede ser cualquiera de estas cosas: (i) despertarme un rato por la noche, (ii) despertarme prontísimo o (iii) que me cueste dormir algo más de lo normal. Soy un lirón. Ayer fue la opción (i) y esta noche la (ii). Hoy me he despertado prontísimo. 

Lo primero que se me ha pasado por la cabeza ha sido fenomenal, salgo de paseo comunal que a esta hora se está divino por el campo. Hace fresquete, no hay gente, huele maravilla y mola. Y a eso iba cuando he decidido echar un vistazo al móvil para ver qué había pasado en el mundo y cuando me he querido dar cuenta ya se había pasado la hora zen.

Me he levantado y ya no era tiempo de pasear de buena mañana. Las redes sociales han absorbido mi madrugada once again. Son tremendas. Sabes cuando entras, pero nunca sabes cuando te van a escupir de nuevo a tu vida. Y tampoco es que me haya enfrascado en nada interesante. Un vídeo por aquí, una foto por allá, un comentario, una noticia, enlazar de la noticia a otra, cotillear el perfil de este, ver la storie de esta chica tan molona, a ver cuándo abre tal museo, tendencias para mí, qué se cuece en Wichita, lo típico, qué os voy a contar. A quién no le ha pasado alguna vez (o cienes de veces). Ahí en la cama, vuelta y vuelta, con el último podcast recién salido del horno y el mundo en un scroll.

Cuando me he dado cuenta de que ya no iba a salir a pasear me he dado rabia a mí misma. Engancharte en redes sociales no es purpurina, sino todo lo contrario. Es quedarse tumbada en una cama mientras la vida de verdad pasa sin ti. Oye, y sin dramas, que a veces apetece y listo. Como la tele. A veces necesitamos esos momentos, pero hoy no era mi caso. Hoy hubiera preferido ver salir el sol y sentir su calorcito en la cara y llegar a casa cansada y contenta y ducharme y empezar el día de otra manera. No rodando hasta la ducha, té y a trabajar. Y a eso voy, amiguis, a conectarme con el trabajo y a ver si mañana gano la batalla a twittergram. De momento, quedan off.

Por cierto y como inciso importantísimo, que pongo que son el mal por su poder paralizador, SIN entrar en su contenido. Por este flanco ya os adelanto que las mías son lentejuelas de colores porque solo sigo cuentas molonas de arte y cosas que no crispan. Si me pusiera a escribir sobre lo que pienso de su maligno poder prebélico acabaría entrando en su juego y mira, no.

Así que a por el día. Sed felices.

L.

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