cosas que me enamoran (I)

Hoy vengo a enseñaros la venus de Brassempouy, que es una miniescultura (calculad, mide 3cm) que me encantísima la mire por donde la mire. Está hecha en marfil y es una representación prehistórica de arte mueble. 

PRE-HIS-TÓ-RI-CA, del paleolítico para ser más exactos. 

Prehistórica. Sí, señor. Podéis alucinar conmigo. Alguien esculpió esta maravilla hace 25.000 años y yo aquí y ahora en modo wordless, que lo único que se me ocurre es compartirla para que flipéis conmigo. Y ya sé que escribir flipar devalúa cualquier ambición cultureta, pero, qué demonios, es que esta maravilla me deja sin palabras, de verdad. ¿Os imagináis al escultor tallándola, dándole forma? ¿Qué querría representar? ¿A una persona real, a una diosa? ¿La haría como parte de un ritual? ¿La haría creyendo que con ella conseguiría algo?, ¿era un amuleto?, ¿una figura más grande que se rompió? ¿La hizo porque sí, porque no tenía otra cosa en qué emplear el tiempo en ese momento? ¿La guardaría?, ¿la escondería?, ¿se la dio a alguien? Podría seguir haciéndome preguntas hasta el infinito, pero voy a parar para contaros que

Me maravillan su larguísimo cuello (larguísimo en proporción, claro, que puede medir un centímetro y medio) y el ¿pelo?. Por cierto, que por el grabado de la cabeza (no se sabe si es pelo, un peinado o qué) también se la conoce como venus de la capucha. 

Se descubrió en una cueva del sur de Francia en el siglo XIX, que debió ser una época maravillosa de exploraciones y descubrimientos. La descubrió uno de los investigadores de la prehistoria (si es que se le puede llamar así) más conocidos de su época, Edouard Piette, y fijaos si la cabeza es excepcional que hasta él mismo dudó de su autenticidad y se planteó, durante mucho tiempo, que podía ser una pieza actual que alguien había colado en una excavación para tomarle el pelo.

También os digo que las circunstancias de su descubrimiento fueron de todo menos científicas y supongo que esto también influiría en lo de creer que alguien la había puesto allí. Os lo resumo porque es curioso. La cabeza se encontró, junto con otros restos prehistóricos, en una finca que era propiedad de un aristócrata francés. Después de varios estudios, muestreos y análisis, el señor Piette se puso al frente del yacimiento. En esos momentos se estaban descubriendo muchísimas estaciones prehistóricas en la zona franco-cantábrica y el tema de la arqueología era trending topic, que diríamos hoy. Tanta emoción supuso la organización de un congreso de aficionados a la arqueología. Los organizadores le pidieron a Piette que los asistentes pudieran participar en una excavación y a Brassempouy que se fueron todos, pala en mano, a la fiesta de la arqueología. 

Con las prisas por dejar el terreno preparado para los indianas, los obreros que se encargaban de hacerlo picaron por allí picaron por allá y destrozaron bien de cosas. Entre lo que medio salvaron de esta primera escabechina está la venus, que por cierto se encontró en esta algarabía, pero se rompió en el trance. La primera escabechina fue fruto de las prisas, la segunda de la propia ambición humana. Parece ser que los indianas hicieron un verdadero estropicio cavando por aquí y por allí y además se llevaron lo que no está escrito, para pasmo del pobre Piette que se vio desbordado por la vida.

Nuestra dama de la capucha desapareció en el saqueo y el señor Piette la encontró un tiempo después de Toulouse en manos de uno de esos locos-por-la-arqueología que habían saqueado Brassempouy. Según Piette había sido un robo, según Cartahilac (que así se llamaba el listo) al final de la fiesta había habido un bufé libre de restos y oye, la venus había caído en su saca como tantas otras cosas. Piette, que no os lo he dicho pero a la sazón era abogado, ganó el pleito y obligó a Cartahilac a devolver la pieza, que hoy se exhibe en el museo arqueológico francés (de hecho, si tenéis un ratito entrad en este enlace y disfrutad de nuestra dama en 3D. Es espectacular. Y aunque os parezca grande, recordad que es una miniatura).

En fin, que todo este drama y la propia espectacularidad de la venus hicieron dudar sobre su autenticidad. Ya os adelanto que las dataciones científicas la sitúan en el Gravetiense, pero en el momento de su descubrimiento no debió ser complicado creer que una escultura de estas características (diseño previo, ejecución técnica, etc.) fuera una falsificación, sobre todo teniendo en cuenta la locura en la que se vio envuelto su descubrimiento.

Aparte de estas curiosidades, yo venía hoy aquí a contaros que la venus de Brassempouy me tiene enamorada. ¿A vosotros no?

L.

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