dancing in the dark

Esta semana que estamos a punto de acabar ha resultado movidonga por aquí. Mucho ir y venir, varios desasosiegos vitales, noches de menos dormir y días largos como pitones. Cosas que acaban y cosas que empiezan. Todo bien regado con sus buenas dosis de inseguridades varias y planes que medio quieren salir.

Entre toda esta marea, he conseguido mantener a flote el propósito un-día-una-foto y el resultado es este que veis a la derecha. Una foto de Johannisstrasse, Murnau, de Kandinsky que veré mañana con alegría infinita en mi último paseo por Madrid en un tiempín (buenísima idea despedirse de Madrid con una visita al Thyssen), tres de porquesí, una de un poke bowl espectacular que me zampé creo que el martes, la luna, un almendro en flor (ay, el buen tiempo) y la penúltima que es la felicidad de llegar a casa después de una semana vértigo y todo el amor de una de mis personas favoritas en forma de bizcocho recién hecho para que lo huelas cuando entres. ¿Se puede ser más adorable? Yo digo no.

Por último la foto de la portada. La hice al atardecer frente a un espejo. Atardece muy rápido. Cuando hice las primeras el cielo era aún naranja. En cuestión de minutos la noche y hello darkness my old friend I've come to talk to you again en bucle. Ya os cuento que ha sido una semana de mucho desasosiego y creo que esta foto y el sonido del silencio no me pueden contar mejor.

La semana que empieza no le irá a la zaga. El lunes comienzo la aventura con un buen viaje hacia el sur. Y a empezar otra vez... ¡y que no nos falten los comienzos!

Y poco más por aquí. 

Pronto más. 

Hasta entonces, sed felices.

L.





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