entre fogones

Estaba preparando medio entusiasmada la comida de hoy y de repente me he descrito imaginariamente así, entre fogones, sólo que la imagen no es real. En mi casa no hay fogones, ni siquiera hoy huele a -no sé- pan recién horneado.

El arroz con verduras se debe exclusivamente a que ayer había guisantes en la frutería y se me ocurrió que C&M disfrutarían desenvainándolos, y yo viéndoles. Así ha ocurrido. Después, ellos se han ido a jugar (el sol y el jardín les esperaban brillantes) y yo me he quedado mirando los guisantes con un poco de cansancio.

Intuyo que se avecina la desesperación anímica de la primavera. Lo intuyo por la coca cola extraña que me estoy bebiendo (nunca, pero nunca, me apetece una coca cola, que guardo abajo, en el garaje, por si alguien viene y no quiere té) y por el libro olvidadísimo que gritaba anoche mi nombre desde un lugar inaccesible de la estantería.

Una, que está hecha de todo, no reniega de su pasado cursi (por llamarlo de algún modo) y sí, reconozco que a los veinte me atacó el romanticismo literario más inglés y más normalucho. O sea, no el de ShelleyByronKeats (ése llegó después), sino el de la incombustible rosamunde pilcher y sus novelas de amor irreal y finales rosas rosísimas.

Pues bien, ayer no encontraba nada que leer. Nada de nada. Todo se me antojaba cuesta arriba, pero quería leer, quería mucho mucho mucho meterme en la cama con un libro que me mantuviera en vela toda la noche. Y así fue como me encontré frente a la estantería y como volví a ver la pastelada de pilcher y como me tuve que subir a una escalera para cogerla y asombrada me metí en la cama y asombrada la leí de un tirón.

Y cuando cerré el libro me resbalaban lágrimas por las mejillas.

Y cuando cerré los ojos la luna y el frío se colaron por la ventana abierta y me sentí muy bien.

Y el arroz ya está hecho y tengo que llamar a los pins que por supuesto no querrán venir y los entiendo y probablemente comamos en el jardín.

Melancolía y coca cola, ventanas abiertas y comidas alegres en el jardín... definitivamente ya está aquí.

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