dos sensaciones de ayer y hoy

Leo las últimas palabras, cierro despacio el libro y comienzo el andar errante y desamparado. No me gusta la sensación de desasosiego que dejan los libros que enganchan. Miro, remiro, cojo uno y otro. Hojeo y ojeo. Mientras, la cabeza sigue pensando en el montón de protagonistas sepultados entre los lomos del que acabo de leer. En cómo seguirán sus vidas. En lo que nos ha pasado hasta hace un rato. Ha sido tan pichi que cualquier otra historia se me antoja aburridísima. 

Vuelvo a coger el libro y lo miro y la portada me traslada a una playa de Irlanda, que es donde quiero estar. Y ¿qué tal si hago la transición con uno de poesía? O con esta guía para alcanzar la serenidad interior de mi profe de yoga. Nah. ¿Y si intento avanzar alguno del montón de empezados-pero-nunca-es-el-momento? Nah. Y sigue el deambular. Mejor me voy a dar una vuelta, que hace un tiempo agradable y M ¿nos vamos a dar una vuelta? vale mamá (C ya ha dicho que pasa, ay los casi 13).

Lleva dos días regu, M. Le duele la tripilla, no quiere comer. Ha tenido fiebre, enmascarada por los correspondientes mm de ibuprofeno y salimos. Vamos hablando de nuestras cosas (es tan simpático y parlanchín) y de repente se dobla sobre sí mismo y ay, me duele mucho mamá.

Seguimos andando y vuelve el pinchazo. Vamos al médico dando un paseíto, anda. Que nos vamos a quedar más tranquilos.

Estamos de fiestas en Manza, y ayer era día de urgencias. Planazo para muchos. Estaba la sala llena, sobre todo de heridos por la naturaleza (vivir en el campo, buen tiempo y domingueo es lo que tiene). Después de un buen rato nos mandan a casa con la consigna "si la fiebre supera los 38 o continúa con estos dolores, volvéis y valoramos hospital, da igual la hora".

Superó los 38 con holgura a partir de las dos de la mañana. El pobrecín tiritaba y esa es la segunda sensación del día, la de ternura de ver al bebé malito. Le destapé, le di medicinas. Decidí que no era hora de salir a ningún médico. Esperé  hasta que volvió a acompasar la respiración y me enchufé un podcast de iker jiménez, con la esperanza de coger el sueño.

Que si quieres arroz.

A las siete ha sonado el despertahorror y en marcha -ay, que me arrastro- que soy mami de dos. 

Ya no me puedo dormir, y no habiendo libro que me entretenga me he dedicado a gastar todas las vidas del farmhero, con incursiones a la frente del enfermito entre una y otra. Ahora ando controlando la fiebre, que si no sube más no pienso atajar con medicinas, y muy abrazadita al bebé, que está ñoñín, mientras vemos unos dibus de dinosaurios.

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