yo procastino
Ayer leí en el blog de Ivan Entusiasmado una entrada sobre la procastinación y hoy me reconforta la maravilla de poner un nombre tan pichi a lo que me pasa. Ya no soy una sinvoluntad, sino una estupenda procastinadora.
Mola, ¿eh?
Procastino desde que dejo para mañana lo de levantarme hoy. Procastino en las tareas caseras de limpiar, de jardinar, de garajear. La vida entera procastino.
Como buena procastinadora, la propia procastinación me sume en la más absoluta miseria personal. Soy peorcísima.
Tendría que.
De ya no pasa que.
Fijo que empiezo hoy mismo a.
Tengo la vida llena de frases de procastinar. Y llena también de la ansiedad que da el no hacer.
Reconozco que en los últimos años he mejorado bastante este aspecto, y que ya sólo me dejo vencer por la sinvoluntad durante los días de descanso y enfermedad. También me pasa con el teléfono. Y con el libro que quiero escribir. Y con... en fin.
Lo mejor del trabalenguas son esos momentos en los que se rompe el muro y me convierto en planes que se cumplen. Jo, lo bien que sienta (el fin de semana de ayer es un gran ejemplo). Ese no sólo he sido capaz de sino qué bien ha salido todo es la bomba. Dan ganas de no parar.
Lástima de esencia aficionada al después.
En la entrada de la que os escribía se sugieren formas de mejorar este rollo de no hacer. De todas me quedo con dar el primer paso. Empezar a andar. Ser capaz de vencer ese minuto horrible en el que la vida parece más fácil si no te mueves, aunque eres perfectamente consciente de que no moverse no es el superpoder que te separa del camino por el que no quieres pasar.
Me quedo con ese heróico dar el primer paso. Que lo demás viene solo.
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Ah, y feliz cumpleaños