cosas que pasan

La nueva decoración del jardín incluye una bonita canasta de dos metros y una pelota (creo que es balón) de baloncesto. Todo muy conjuntado con la pared vintage -otros dicen desconchada- y esas lianas que nos han dejado las últimas lluvias torrenciales.

Entre nosotros, le he encontrado un rincón monísimo, aunque parece que poco útil. Mamaaaa pues-así-no-juego ¿es-que-no-ves-que-no-tengo-hueco? ¿es-que-NO-LO-VES? Hueco hay, más o menos. Lo que no tengo claro es que la pelota no chafe la guirnalda de florecitas que he puesto en el aro.

Total, que para aplacar esos ánimos enfurecidos y aprovechando el buen tiempo, me he puesto ropa holgada para “echar unas canastas”, que parece algo muy masculino pero no debe ser para tanto. Ni que decir tiene que mis saltitos entre las petunias han abortado la operación. Eso o la especie de pelota de gomaespuma -mis guirnaldas, por dios- que he lanzado entusiasmada a M (ni se ha movido el mamón) y ha caido con poca gracia sobre su cabeza, hecho que ha supuesto el fin inmediato de mi incursión en el excitante mundo de las pelotitas.

Sobre las ocho me ha devuelto el saludo y antes de acostarse una media sonrisa. A cambio, me ha hecho prometer una repensada a lo de la canasta con su melancólico no-te-preocupes-mamá-mañana-se-la-regalo-a-mi-amigo-juan.

Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared