16 de enero por aquí
Más allá de la nieve (aún) en el asfalto, de los metros acumulados en las aceras, de la fealdad del hielo negro acumulado por todas partes, de la grandísima cantidad de bolsas de basura adornando cada esquina; más allá de la sensación general de catástrofe, los árboles tronchados me produjeron una tremenda sensación de pesar.
Vivo en un pueblo del norte de Madrid en el que son habituales las nevadas, a veces bien intensas. He vivido unas cuantas, la verdad, pero hasta ahora nunca había visto un destrozo de esta magnitud. Alguna rama caída por aquí o por allí, pero no esta visión casi apocalíptica del mundo vegetal madrileño. ¿Podría ser que los árboles se adapten a las condiciones meteorológicas habituales? Ni idea, pero para finalizar con este asunto, me reafirmo en la inmensa sensación de tristeza da pasear por Madrid durante estos días.
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Este Madrid de ayer va a contrastar de lo lindo con el Málaga de mañana. Por lo que veo en las predicciones meteorológicas por allí están a 20 grados. Ya os contaré si se cumplen y si tengo la suerte de poder dar un paseíto, aunque sea un ida y vuelta, por la playa. No creo que esta semana pueda, la verdad, pero sí espero hacerlo la que viene. De la desolación de Madrid sin árboles a la algarabía de Málaga con playa. Así voy, de oca a oca y tiro porque me toca.
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