mis libros de verano (I)
Durante estos dos mesecillos y hasta la fecha, me he zambullido en las historias que cuentan 12 libros. Por orden cronológico de lectura: Cold, cold ground, de Adrian McKinty, Una trampa para cuervos, de Ann Cleeves, Cemetery girl, de Charlaine Harris y Crist Golden, El misterio de Pont Aven, de Jean-Luc Bannalec, Los hombres mojados no temen la lluvia, de Juan Madrid, El juego de Ripper, de Isabel Allende, Muerte en las islas, otra vez Jean-Luc Bannalec, Último tango en Auschwitz, de Andrés Sorel, Jazzuela, de Pilar Peyrats, Te adoro y otros relatos, de Cristina Peri Rossi, El hombre que arreglaba bicicletas, de Ángel Gil y Alfabeto de las pulgas, de Bernardo Atxaga.
He pensado contarlos en dos tramos: en el de hoy me voy a centrar en los policiacos y el próximo día cuento mis impresiones sobre el resto.


Una trampa para cuervos no sé ni cuándo lo compré. Debe ser uno de esos libros que caen en el carro del súper (aún me resulta inevitable pasear por la sección libros, entre los quesos y las batidoras) cualquier día de compra, y que elijo por la portada o porque se desarrolla en Inglaterra y a mí cualquier cosa que huela a Inglaterra, ya sabéis.
El caso es que no es nada del otro mundo. La autora quiere sorprendernos con una detective obesa, tranquilorra y con los pelos lacios mojados y pegados a la cara. Nada de carreras ni peligros, sino tramas que se desenredan muy a lo Fargo, con litros de té, bastante fisgar detrás de las puertas y mucho sillón.
Tres mujeres coinciden en una casa para hacer unos informes de impacto medioambiental previos a la construcción ahora no me acuerdo de si una carretera o una cantera o qué. El caso es que el día que llegan, otra mujer (amiga de una de las informantes y madre de uno de los futuros sospechosos) aparece muerta, en lo que parece un suicidio por la pena de un marido medio en coma.
De ahí, todo un montón de páginas en las que la historia se va desgranando en mosaico a través de las miradas/vivencias de las tres mujeres y culmina cuando la detective-antidetective pone la última pieza del puzle para mayor gloria del género.
Sí que recuerdo que El juego de Ripper lo compré (e-book) después de leer una entrevista a Isabel Allende sobre el proceso de gestación del libro. La verdad es que me ha entretenido.
Un asesino en serie, un poli que cede el protagonismo a su hija, San Francisco, un triángulo amoroso, un abuelo muy dispuesto, un perro y ripper, un juego de rol que se convierte en el juego de buscar al malo. Una madre, exmujer (e hija del abuelo) secuestrada, prisas por descubrir al malo antes de que sea demasiado tarde, naufragios de infancia que devienen en locura adulta…
Tiene muchos de los ingredientes de las novelas de intriga, aderezados con otros que no lo son tanto, pero que tampoco sobran. Resulta poco creíble, pero es lo que es y en el verano -con sus días largos y sus noches de no dormir- lecturas de pensar poco van y vienen bien.

Aunque parezca cosa de ciencia ficción, este libro no me ha enganchado lo más mínimo. Ni la trama, ni el prota, ni el famoso DVD alrededor del que se construye la historia (que me recordaba millones a aquella maleta de pulp fiction que se iluminaba cuando la abrían y querías saber querías saber querías saber qué demonios contenía), ni la localización, ni los diálogos, ni el final, que no pasa por ser de los mejores que he leído.
Vale que en el luciranking supera la trampa de los cuervos, pero poco poco más.
Y con esto os dejo hasta dentro de una semanita, en la que daré rienda suelta a mis recuerdos sobre el resto de los libros que han caído en mis manos este feliz julioagosto de 2014.
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