bichos raros

En la parte primera del día, cuando todo iba muy bien, he empezado un libro de textos escritos por Erik Satie, el compositor francés al que alguna vez he mencionado por aquí. Como compositor, tengo que reconocer que me fascina. Su música es bella en la simpleza. Evoca, calma y remueve, al menos a mí.

Es una música que escucho muy muy a menudo. Ahora mismo, sin ir más lejos, he abierto el frasco de las gymnopèdies.

El caso es que esta mañana, después de leer casi la mitad del libro, me he sentido muy bien. Satie, como creador, era extraordinario, estaba completamente fuera de la norma. Pensando en sus extravagantes escritos y en su forma también extravagante de sentir, me he descubierto una sonrisa cómplice.

Soy un bicho raro. Sí, sí... pero no estoy sola! Y no es que me compare con ES, que no, pero al leerle hoy y pensar pero a este hombre... ¿nadie le dijo nada? -entre nosotros- me he sentido muy bien.




Pero eso era antes de que el día dejara de brillar. Después... enfado, disgusto y frustración, que he decidido manejar con una puerta que se cierra mientras abro la de la librería. Y así ha discurrido hoy el día, entre música y libros, entre sentimientos y pensamientos. En cuanto a la noche, espero seguir contando historias y hojeando mis cinco nuevas adquisiciones. Una porque sí, otra ¿por qué no?, otra para descansar, la cuarta me apasiona y con la quinta empiezo en un rato.

Después de comer algo... porque me muero de hambre!

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