la bata

Tengo una bata tremenda.

Sé que reconocerme en bata ya mata cualquier imagen sofisticada que os hayáis elaborado de mí, así que para pasar este trago de la mejor manera posible, a partir de ahora escribiré sobre mi dressing gown, un término mucho más cosmopolita y sugerente.

Aunque en estos momentos me espanto, a mi favor tengo que el dressing gown no es de ruloempanadillas, sino una compleja prenda de forro polar, a caballo entre el albornoz y el kimono. Aunque es morado es bastante poco femenino. O me queda bastante mal, que también puede ser.

Como cada mañana hasta que no alcancemos los 40º, me he enrrollado dentro de este montón de tela calentita. Normalmente la abandono rápido por otras ropas más monas y sobre todo más apropiadas para salir de casa, pero hoy no ha sido así y de ahí el horror.

He bajado las escaleritas del porche con un aspecto muy poco seductor... y me he acordado de un actor que en una peli americana salía igual de destrozado a coger el periódico.

Aunque he intentado pasar desapercibida, mi vecina se ha esforzado en entablar conversación. Maldición. Mi vecina es lo más, claro. De té en embassy y veladas nocturnas perfectas a la luz de las velas, con el jardín decorado con miles de bombones de esos tan finos.

¿Qué te ha pasado Lucía, te has caído de la cama?
Mmmññññrgggrrrakhjbas
Deberías mirarte al espejo. Es que estás súper graciosa
Nññrrgahsdgljahdbovuds
Qué va, yo he dormido fenomenal y eso que me retiré tarde. Estuve hablando con Pitita, ya sabes, la ex de James

A la salida del garaje ella seguía a lo suyo y yo lo he empeorado todo con un repollo en la mano izquierda.

Dime que NO vas a cocinar ESO
kjfhbaouivhdpvundjb

Después del portazo y de poner el repollo en la cazuela tenía que desahogarme.

Así que os aguantáis.

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