Delicada como una riedel

Debe resultar dramático ser espectador de la exhibición que pongo en marcha al hacer eso tan desagradable de deshacerme de mis residuos orgánicos y plásticos. Eufemismos aparte, debo dar risa tirando la basura.

Lo he pensado esta mañana, mientras empujaba con un dedo la maldita bolsa orgánica, la otra en el suelo, el pie levantando la mugrienta tapa del contenedor (nunca lo suficiente, demonios ¿por qué?) y los pulmones al límite del colapso.

La experiencia empezó anoche -uffff, mañana que no se me olvide sacar esto de aquí- siguió cuando llegaba a trabajar -mieeerdaaa se me ha olvidado la basura en casa, bbffff vengavavuelvo- y ha terminado un rato después -con fastidio- en los contendores.

Además de este tema tan roñoso confirmo los rumores: Hoy voy al gimnasio.

Por supuesto me he comprado un fashiongymkit con varios repuestos por (i) si me pasa eso tan curioso de sudar y (ii) no pienso repetir colores por lo menos en mmmmm….. ¿un par de semanas?

Hoy voy de malva y blue navy, con unas mallas elásticas que espero que sean bien elásticas. Me haré una coletita mona y le haré ojitos a la monitora, a ver si le doy la pena necesaria para que borre de mi ficha las abominables y limite las sentadillas (hasta la palabra me duele) a mejor sin ellas.

Por si las moscas (o porque me conozco) he aparcado el coche en la puerta. Que el peso de todo el edificio caiga sobre mí cuando se me quiera olvidar mi propósito uno para este tan mordaz año del conejo.

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