Más verano

Esta mañana leía bajo un árbol (el que en otoño empelirrojea) un ensayo sobre el canon del cuento. El sol me llegaba de vez en cuando, según las ramas se mecían, y las golondrinas querían distraer mi lectura haciéndome mirar con frecuencia hacía arriba.

Un plan muy tranquilo y veraniego.

No llevaba ni diez páginas cuando ha llegado C. y en silencio se ha tumbado sobre el suelo. Ha apoyado la cabeza sobre las manos, el tobillo izquierdo encima del derecho, y ha perdido la mirada entre las ramas y el cielo.

He sustituido las palabras por la imagen y he pensado que es bonito el verano de los niños. He dejado el libro sobre la silla y me he tumbado a su lado a ver el cielo y las ramas y las golondrinas.

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