1+1=Pistoletto

Hoy vuelvo para hablaros de la exposición de Pistoletto que puede verse en el CAC de Málaga hasta principios de diciembre. ¿Por qué? Porque es oro puro. ¿Y todo este tiempo sin escribir? Covid intenso afortunadamente superado.

Vamos al lío.

Lo primero que ves -del tirón y para empezar ya bien arriba de emoción y sorpresa- es la versión malagueña de la venus de los harapos. Pistoletto realizó su primera venus en 1967 (creo) y desde ahí la ha ido replicando y adaptando a diferentes espacios expositivos hasta convertirla en una de sus piezas más icónicas. La de Málaga es grande. Impresiona. Me encantan los contrastes blanco/color desnudo/ropa y todo lo que uno  puede imaginar que representa. Arte conceptual, le dicen. Y povera. Arte povera. Pistoletto. Amor infinito.

Si te das la vuelta ves, también armado con trapos, su símbolo estrella desde hace un tiempo: el tercer paraíso, que se replica en otras ocasiones a lo largo de la muestra y ese 1+1=3 que da nombre a la exposición y que nos cuenta que de la unión de dos cosas siempre nace una tercera. En general y en el ámbito de las ideas, de ahí ese tercer paraíso utópico al que deberíamos querer llegar.

Luego llegamos al mundo de los espejos. Y lo hacemos a través de dos autorretratos de los sesenta (primeras obras) en los que ya se juega con nosotros, los espectadores. O en los que ya podemos jugar con las obras, que lo mismo es más acertado. El trabajo con el reflejo nos permite vernos desde fuera, vernos desde dentro, curiosear, dar un paso hacia dentro de la obra, experimentar, investigar, sorprendernos.

Hay dos instalaciones con espejos. La primera, Comunicación, está al principio de la exposición y la segunda a la salida. En la primera se utiliza el espejo como soporte. Sobre él las figuras, ensimismadas en sus móviles o caminando juntas de la mano (de nuevo los contrastes dentro/fuera soledad/grupo). 

En la segunda es nuestro reflejo el que alimenta la obra. Espejos que se abren y se cierran, que nos multiplican y nos dividen, que nos encierran, nos liberan o simplemente nos hacen desaparecer. 

Magia.

También la religión tiene un lugar importante en la exposición. La sala en la que se expone la instalación la hora del juicio es un enfrentamiento entre 4 religiones. Los espejos y atributos evidentes del cristianismo, el budismo, el islam y por descarte (por lo menos en mi caso y hasta la fecha) el judaísmo se enfrentan y se dan la espalda. El espectador en el centro. 

El concepto una vez más. Entrar en la obra y entender qué está pasando o creer que se entiende o simplemente estar y mirar alrededor. Las lecturas son infinitas. 

Otra instalación, también adaptada al museo, la componen unas estructuras de madera que forman habitáculos por los que, una vez más, se espera que pasemos y paseemos, que miremos, que nos asombremos o que nos de por pensar o descubrir. En cada habitáculo un objeto: un futbolín, por ejemplo. A simple vista, si nos fijamos veremos que el suelo del campo es un mapa: el del mar mediterráneo y que los jugadores no representan a 2 equipos, sino que cada uno lleva una camiseta de un país. Fíjate un poco más y te darás cuenta de que cada jugador está colocado cerca de donde se encuentra en el mapa el país al que representa . Y en un ladito una pegatina que dice que love difference, otro de los lemas de Pistoletto: amar las diferencias. Además del futbolín, la pelota de la comunicación, una estructura que semeja un tribunal sobre un fulcro, una manzana con el mordisco grapado, otro juego de espejos...

Y desde aquí a una versión más grande del tema mediterráneo. En esta ocasión una gran mesa con la forma del mar. A su alrededor una silla (más o menos típica) de cada país que lo bordea. En las paredes fotos de acciones sobre el tema el tercer paraíso.

Así entre nosotros, qué gran artista y que maravillosa muestra de su trabajo y de arte contemporáneo. Si tenéis ocasión de ver esta o cualquier otra muestra de Pistoletto no os la perdáis. Es imposible que os deje indiferentes. A mí, desde luego, me tiene enamorada.

Y poco más por aquí y por ahora, que puede verse hasta el 5 de diciembre en Málaga (buenísima excusa para darse un paseín por esta ciudad) y que voy a volver. 

Todas las veces que pueda.

L.



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