Fun, fun, fun
Todo empezó con la llegada, absolutamente inesperada, de Santa. En esta casa todos somos fans de SS. MM. Los Reyes Magos de Oriente y siempre había creído que esta clarísima afinidad le daba un poquito de alergia a Father Christmas y que por eso no se pasaba por nuestro balcón. Y resulta que no. O sí. O no. No sabemos por qué, pero este 25 nos despertamos a un salón lleno de regalos y caramelos. Magia pura.
Pasada la maravillosa sorpresa inicial, que todos esperamos que no haya sido un despiste de Rudolph y que se repita en años sucesivos, nos marcamos un desayuno de chocolate y panettone, que aún recuerdo con lágrimas en los ojos. Todo con bien de Christmas carols (que ahí sí os digo que prefiero como banda sonora a nuestros tradicionales villancicos), que en esta casa nos gusta la música.
La tercera tradición que hemos puesto en marcha es la comida de Navidad. No os lo perdáis: gofres de pollo con nata montada y fresas. Y si os preguntáis de dónde hemos sacado esta guarrería os diré un par de cosas: (i) probadlo, por favor y (ii) de Sugar land, una ciudad de Texas a la que me iría a vivir solo por el nombre. Si tenéis ocasión de caer por allí, visitad el Jupiter pizza and waffle co. Pura vida.
Veremos.
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