Un ratito en la Alcarria

Una mañana te levantas y acabas haciendo una cena de picnic en unas ruinas visigodas. ¿No es maravilloso? Y así dio comienzo un miniviaje a la Alcarria. El objetivo inicial era el yacimiento, of course, pero entre la ida y la vuelta cayeron, además, el castillo de Zorita de los canes, el poblado de Bolarque y los tapices-maravilla de Pastrana entre otras cosas molonas y manjares. 

Volví con la idea de hacerme con un ejemplar de Viaje a la Alcarria, pero ha pasado el tiempo y aún no lo he comprado. Me lo apunto. Ese y Madrid, de Trapiello. A ver si encuentro un rato hoy para amazonear a gusto.

Creo que ya adelanté por aquí mis ganazas de conocer Recópolis. Que no os confunda su nombre de parque temático (me viene tantísimo a la cabeza Dinópolis y lo felicísimo que fue mi M cuando estuvimos por allí), Recópolis es el yacimiento de lo que se supone que fue una importante ciudad visigoda. Por lo que sé, se construyó por mandato de Leovigildo para su hijo Recaredo. Y por lo que sé, aunque se supone que este es su emplazamiento (por la envergadura de la ciudad y la importancia de algunos de los restos encontrados) hay autores que disienten y afirman que Recópolis está aún por descubrir.

Solo se ha excavado un 8% de la extensión total que pudo tener la ciudad y entre lo descubierto hay restos de una estructura palatina, de zona comercial y de una zona de carácter religioso. Esta zona es la mejor conservada porque al final de la Edad Media se utilizó para construir una iglesia. Los restos que se conservan son tardorrománicos. Del resto del yacimiento se conserva poco, porque durante el periodo del al-ándalus la ciudad fue desmantelada para construir el cercano castillo de Zorita y su muralla.

El castillo es magnífico. Está ahora de actualidad porque este verano se han encontrado  en él restos humanos. Si os resulta de interés podéis leer un artículo que se publicó hace poco en El País (creo). Se titula Treinta monjes guerreros y un bebé. Si ponéis esto en google os sale del tirón. Y si tenéis ocasión de visitarlo os lo recomiendo mil. Está bien conservado. Ojo, que solo se puede visitar con guía, así que es preferible ir con la cita gestionada. Si no, podéis tener suerte como yo y entrar porque la guía se enrolla o no tenerla porque el grupo es muy numeroso o lo que sea. En este caso fui a la aventura y me salió bien, pero merece la pena reservar y entrar, primero porque es la única forma de verlo por dentro (contaron que antes estaba abierto al público, pero tuvieron que cerrarlo porque el público se llevaba de todo) y segundo porque explican cosas que de otra manera pasarían desapercibidas. Las visitas guiadas son gratuitas. Aunque yo pagaría por ellas para aportar un granito de arena en la conservación de los restos, pero bueno eso ya es harina de otro costal.

En menos de 15 minutos en coche te catapultas de la movida medieval a la industrialización plena. Una fantasía espacio-tiempo que yo incluiría en cualquier formación histórica de adolescentes. Al lado de Zorita está, en medio de un frondoso pinar, el poblado de Bolarque, un conjunto de edificios que se construyeron a finales del XIX para albergar a los constructores de la presa de Bolarque. Además de la obra de ingeniería (que se puede recorrer de uno a otro confín), es muy agradable pasear por allí. Se pueden ver las casas de los ingenieros, las de los obreros, una escuela o la iglesia. Me recordó mucho (salvandísimo las distancias) a New Lanark, en Escocia. Y ahora que pienso en Escocia, lo que me encantaría volver allí.

Y cerca de todo esto se puede visitar Pastrana, que es el núcleo urbano más grande de la zona. En Pastrana murió la princesa de Éboli, encarcelada en la habitación del palacio ducal. No sé yo mucho de esta historia, pero parece ser que la dejaban salir una hora a la ventana y la plaza a la que se asomaba se llama ahora plaza de la hora. En el panteón de la cripta de la antigua colegiata de Pastrana están sus restos, pero a mí me interesó más la colección de tapices, la verdad. A parte de que su elaboración es de primer nivel, son curiosos porque representan hazañas históricas del reinado de Alfonso V de Portugal. Son una auténtica maravilla. Si ampliáis un poquito la imagen de la derecha podéis observar la torre, que ha recibido un impacto. Parecen pinturas, pero son hilos de seda. ¿No os explota la cabeza?

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