el verano de las margaritas

Hoy le doy una nueva bienvenida a julio, que resulta que es uno de los meses que más me gustan, por no decir el que más. Además de la felicidad del solete, los mares y el calor, en julio nacieron inesperadamente (una por defecto y otro por exceso) mis dos personas favoritas, así que además de todos los colores es el mes de mis celebraciones molonas.

Este julio viene con ganas de ser diferente. A simple vista con mucho menos mar y raro en sus noches de bohemia, peeero también lo hace con un regalazo inesperado: voy a invertir mis mañanitas vacacionales en una excavación arqueológica, que es un planazo que me apetece infinito. Qué alegría cuando nos pasan cosas mejores, ¿verdad?

Hace unos días me hice esta foto y ayer trasteando con ella hice esta cosa que de repente me gustó mucho. Es una pena que la calidad sea regulera y que a lo grande dé pena verla. Madre mía, había escrito una diatriba excesiva sobre la foto y lo que quería contar con las flores y aquello parecía La muerte de Virgilio, y no precisamente por su altísima calidad literaria. Creo que La muerte de Virgilio es el único libro del que no he podido pasar del primer capítulo. Qué digo del primer capítulo, de la primera página. Qué densidad de información. Es el Ulises multiplicado por mil. Pues lo de contar la foto iba por el mismo camino y con un interés cero, así que lo dejo aquí. No en vano, una imagen vale más que mil palabras. Algo que no debía saber el intensísimo señor Broch.

Esta tardenoche he quedado con una amiga a la que hace siglos que no veo. Estoy bien alborotada de la ilusión que tengo. Y en un rato tengo cita para volver a la piscina. Es tan raro tener que pedir cita para todo. Por otra parte, qué felicidad absoluta tener la calle para mí sola y saber que no voy a nadar con la ansiedad de compartirla con alguien, con esos pensamientos acelerados tipo que no nade más rápido que yo, ni más lento, chica, ten cuidado porque lleva las piernas despendoladas y da patadas, lo que se tuerce, que nos chocamos, mejor nado solo de frente porque de espaldas no controlo nadísima la situación. 

...

Y así los días, como el verano. Parece que en blanco y negro, pero bien llenos de margaritas de colores.

L.

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