me he explicado fatal, lo siento.
La ropa que me guste, que me valga y que tenga bolsillos, por favor. No pido más. Un par de buenos bolsillos son felicidad ropil. Los bolsillos son maravilla. En cualquier prenda. Soy feliz con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones. Si ya son de una falda o de un vestido ni os cuento, por excepcionales.
Los bolsillos son practiquísimos y comodísimos. Y sé que esto que voy a contar es raro, pero llevar las manos en los bolsillos me parece tan confortable que cuando no los tengo... qué digo, yo siempre con bolsillos.
Los bolsillos grandes de los abrigos, los comunicantes de las sudaderas, los superútiles de los delantales y mandiles*, los traseros en los vaqueros, los laterales. Estoy pensando ahora mismo que es curioso que encantándome los bolsillos no me gusten los chalecos de explorador ni los pantalones esos multibolsillos, me temo que no tengo alma de cocodrilo dundee.
…

Por nada en especial, la verdad. Sé que es una chorrada, pero me hace gracia seguir descubriéndome a los 45.
*No es que yo use delantales o mandiles, pero hace bien poco he recibido unos de mi abuela, que era muy fan de los bolsillos... A ver esta reflexión de hoy me está quedando remal. Mi abuela materna siempre con bolsillos y yo me descubro siempre con bolsillos. Y me encanta haber heredado esto de mi abuela. Y me fascina haberme dado cuenta este verano de que soy una pocket victim, que es algo que no existe salvo en mi imaginación, pero es lo que soy, una adoradora de llevar las manos en los bolsillos. Y de guardar de todo en ellos.
Y con esto y un bizcocho... feliz septiembre. A ver si la próxima vez me explico un poco mejor.
L.
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