Todo llega...
... y todo pasa.
Y esta semana que empieza no va a ser, afortunadamente, una excepción. Solo quiero que llegue el domingo y, después, la primavera.
Pero hablando de otras cosas (mucho mejor) el viernes me pasó algo preciosísimo. Estaba en casa de mis padres, con una gran algarabía de sobris alrededor y de repente se me acercó el más pequeño (un año), me tiró de los pantalones, le cogí, me abrazó, apoyó su cabecita en mi cuello y me inundó de la ternura más infinita del mundo.
Ojalá cada día nos pasaran cosas tan maravillosas, dulces y amorosas como esta.
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Berezia