al hilo de los exámenes de marzo

Una de las cosas más fascinantes de tener bebés -vale que los míos ya andan caminito de los veinte, pero siempre serán mis bebés- es darnos cuenta del montonazo de cosas que sabemos. Y no me refiero a las intuiciones maternales -¡ostras! cambio pañales, soy capaz de montar un menú sanísimo y supernutritivo, cuidado con el azúcar y las heridas sangrantes se curan sin desmayarse- no me refiero a ésas, sino a las que se aprenden en las larguísimas horas de cole.

Aquellas horas en las que pensábamos "y esto para qué demonios me va a servir, si yo soy más de letras que el quijote". Y venga a hacer integrales y matrices y derivadas y polinomios y senosycosenos o aquello de las piedras que cristalizaban de mil maneras diferentes, por no hablar de la física. En serio, la física es mi gran ¿por qué?. Nunca me he enfrentado a algo tan ajeno a mí en cualquiera de mis versiones -pasada, presente, futura, simpática, antipática, alegre, muerma, comedida, pensante, dormida, viajera, sedentaria- lo que se dice nunca.


Y de repente tienes hijos y vaya, así que esto era un puzzle de la vida y resulta que todo aquello encaja, solo que no con 17, sino con 40. Tienes pins y aquellos horrores encuentran aplicación práctica y -entre nosotros- una se descubre explicando a los hijos que sí, que todo sirve para algo (bueno, todo, bueno... ya les he comunicado lo de las raíces cuadradas, porque -en serio- lo de las raíces cuadradas, ¿qué?).

El caso es que 

mami, tengo que hacer polinomios, ¿me ayudas? 

Pues claro, si me dices qué es exactamente lo de los polinomios

Lo de x2.3x+y 

Ah, sí, sí, sí. Ahora lo leo y nos ponemos

Y oye, lo leo y soy capaz de ponerme y explicárselo y de solucionarle un par de dudillas que tenía y no le había dado tiempo de preguntarle al profe. Quien habla de polinomios habla de ecosistemas, fuerzas y energías, geografías e historias, sintaxis y gramática (vale que los cuatro últimos no necesito releerlos), el cuerpo humano y todas sus funciones, diagramas, ecuaciones y más temillas de este estilo. Y yo tan contenta por haber dado salida al montón de conocimientos que tengo acumulados desde hace mil años y que ¿ves? si no fuera por los pins ahí se quedarían, dándome indiferentes la razón en mi esto no me va a servir para nada en la vida.

Sin embargo aquí me tenéis, en el ring del conocimiento. Preparada para asestarle un buen gancho a la física, si se tercia. Porque resulta que con los años, la mente se va abriendo a entendimientos para los que con 16 -yo por lo menos- no estaba preparada. Confirmo con rubor que mis intereses bailaban más al son de mi pelo y las amigas que de la energía eólica.

Y la reflexión última de todo esto es que al final, todo sirve. Lo del pelo, lo de las amigas y aunque no me lo pareciera en su momento, lo de escuchar al roper con un único pensamiento en la cabeza: no me estoy enterando de nada. Bueno, con dos: no me estoy enterando de nada. Anda mira, está empezando a llover.


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