cosas
Ayer decidí desmayarme un rato en la farmacia, así que les pedí que me pusieran un par de funcionales pendientes grises. Funcionales porque son feos de narices. Estoy deseando que pasen los quince días de sellado de agujero para comprarme un par chulo. Quién me iba a decir a mí (y a lucimami ) -después de la tabarra que dí a los nueve para que me hiceran los malditos-agujeros-de-una-vez - que con el paso de los años, el desinterés absoluto por los zarcillos iba a cerrarme las orejas al brillo de un adorno. Y en esas divagaciones extrañas debía andar mi mente convulsa el domingo por la mañana en plena meditación, que volví al yo y ahora con la idea fija de retomar los pendientes y el Retiro, las dos cosas. Lo de los pendientes, dicho y hecho. Lo de pasear por el Retiro, a ver si un día de estos -aún de otoño- y a ser posible por la mañana.