bien

Estoy avanzando pasito a pasito por un caminito nueeeevo. Si tuviera un bebé le cantaría esto que leéis, haciendo avanzar el índice y el corazón desde los piececitos hasta la tripilla gordinflona. El bebé se reiría y yo sería doblemente felicísima por la sonrisa y por el nuevo camino.

Como no tengo bebé (aunque estoy a la espera de dos (2) sobris), pues me limito a tararear la cancioncilla que me ha venido hace un rato a la cabeza, cuando me han comunicado que he quedado oficialmente inscrita en un curso de corrección oficial de textos. Que ya veis la chorrada, pero entre esto y lo del yoga y lo del seminario de violencia de género y lo de la filología (si cae) me siento entusiasmadísima. 

Empezar cosas nuevas mola mil. Después de cuatro años de recomposición emocional, empiezo a hacer planes, a organizarme, a reinventarme. Esta última palabra es de revista femenina y eso me espanta, pero ya la dejo aquí porque me ha hecho gracia que me viniera a la cabeza.


Y hablando de gracias, la que me hizo M la semana pasada. Andaba queriendo algo (qué demonios, siempre anda queriendo algo) y yo llevaba el disfraz de madre que dice noporquenó (ojo, que el porquenó es el cierre natural del bucle de las mil explicaciones). Total, que ahí estaba yo, sintiendo que ganaba la carrera de inflar mi globo aerostático de mis razones y mis porquenós -el suyo de pedir y pedir no tenía suficiente aire caliente- cuando va y me desarma con su "de verdad mamá, ¿es que no puedes oler la pena?"

Ja, ja, ja... Soy una madre bruja incapaz de oler la pena, porque a pesar de la gracia que me hizo y del abrazo inmenso que le dí, la cosa terminó en el no rotundo que se veía venir. 

Una madre bruja y atareadísima de libros y apuntes. Este año empezamos juntos el curso, primaria, secundaria y varios, y estoy muy ilusionada con todo. Lo que se dice de lunes feliz. 

Todo como muy de colores.

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