el concierto veintiuno

Hay cosas que entran en una vida y se quedan para siempre. Estoy pensando en la mía -of course- y en el concierto para piano nº21 de Mozart.

La música es una de esas cosas que llega para quedarse. Cuántas canciones llevo en la cabeza. Y hoy, esta noche, cuando me he acordado de él -no sé cuántos años después- he sentido un agradable sentimiento de anticipación y con los primeros compases... algo tan sencillo como cerrar los ojos y dejarlo volver.

Si hubiera ido en un coche hubiera sacado la mano por la ventana para hacer olas de viento.

Lo tengo entero en la cabeza. No importa las vidas que me han pasado por encima. Sigue aquí dentro. Y siguen (i) los movimientos -os dejo al final parte del allegro con la recomendación de que lo escuchéis entero... el allegro y el concierto- y (ii) las sensaciones que evocan, que siguen siendo las mismas.

De qué pequeñas maravillas está hecha la vida.

El concierto 21, una puerta que se abre, un escalón, una sonrisa, M que me dice entre sueños “y yo a ti mamá” cuando al arroparle le doy un beso y le digo que le quiero, la felicidad de C cuando imita el baile de la profesora de alemán, los atardeceres del otoño, las sorpresas, hablar, planificar una tarde o todas las caciones del mundo.

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