sensaciones y realidades

Esta mañana lo que ha conseguido sacarme de la cama y de mis sueños ha sido ese delicioso olor a desayuno que llena las casas compartidas en los días festivos. Me he despertado pronto y me he quedado… pues eso, soñando y leyendo y volviéndo a adormecerme y ahí seguiría si no hubiera sido por ese olor marrón de café, de pan tostado, de rutina de domingo un lunes.

Es curioso el efecto de los sentidos porque ni me gusta el café ni tomo pan tostado ni suelo desayunar más allá de un té que olvido frío entre mis pensamientos y las primeras frases del día.

Así que mi nariz me ha conducido a la cocina y mis pensamientos se han quedado anclados a una idea y se han quedado tan anclados que son casi las cinco de la tarde y aún sigo dando vueltas al mundo de las sensaciones y las realidades.

La diferencia fundamental entre las sensaciones y las realidades son los ojos.

Las sensaciones son ojos cerrados. Cuando los abrimos la realidad nos golpea. En la realidad, los ojos están abiertos. En la cama, con los ojos cerrados, el olor a mañana me ha querido decir algo. La sensación era agradable. Las posibilidades ilimitadas. Pero he abierto los ojos y he entrado en la cocina y el trozo de pan se me ha atragantado en la garganta y el té hoy no estaba tan bueno.

He subido dando vueltas a otras sensaciones, como las que me proporcionan los campos de girasoles o dar un abrazo a un árbol. Los campos de girasoles me hacen sonreír, me encantan. Cierro los ojos y me veo paseando entre las flores, el sol que se deja ir, los brazos desnudos, las manos rozando las olas amarillas. ¿Habéis visto alguna vez (ojos abiertos) un campo de girasoles de cerca? Yo no me atrevería a dar un paso. Pinchan, los bichos, la tierra seca, me pica la nariz.

En cuanto a los árboles… hace dos días abracé uno. Cerré los ojos y era algo diferente lo que abrazaba. Los abrí y era un árbol. Sólo un árbol.

Cerrar los ojos nos catapulta a mundos que nos gustan. A los mundos de las sensaciones, de las cosas que queremos. Abrirlos nos coloca en la realidad. En los mundos de las certezas, de las cosas que tenemos.

Y nunca lo que tenemos se parece a lo que queremos. La vida que vemos con los ojos abiertos nunca coincide con la vida que sentimos cuando los cerramos y nos dejamos llevar por lo que somos.

Comentarios

christine ha dicho que…
Es precioso, Lucía (con eso que lo he leido con los ojos abiertos, jeje, pero mirando hacía dentro...).

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