El teléfono de Antonio

Acabo de regresar del glorioso taller de teatro -encantada, como siempre (bueno vale, un poco menos que siempre) y me he sentado delante del ordenar para repasar las cosas de Antonio y su teléfono, que no os puedo contar por esa negación terminante que siento hacia la exposición bloguera de mis historias.

El caso es que hoy no puedo con Antonio (ya estoy de repasos, quiero cortar y cortar y él intenta convencerme de que le dé más historia – un clásico) y de repente he recordado esto de la lluvia y me he convertido en paraguas.

La semana, de lo más emocional, gracias. Estoy de vacaciones en la paradoja de mi vida y pasa lo que veis. Unos días fenomenal, otros menos bien y otros de no salir de la cama, oyes.

Y aquí guiño con cariño mi ojo (de niño, me lo pedía el cuerpo) a una amiguita que tiene mucha cosa azul dentro del corazón, con todos mis pensamientos dirigidos a que se transforme en rojo rojísimo cuanto antes.

Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared