las semanas y mis cosas (XII)
Ando asimilando el fin de semana. He empezado el curso aquél de profesora de yoga al que me apunté hace mil meses. Casi veinte horas de aprender, experimentar y trabajar una actividad que practico (con grandes dosis de abandono) desde hace unos seis años. Antes, la cagada de comprarme ocho (nada menos que ocho) camisetas molonas mil tallas por encima de la mía, que ni de pijama, oyes. Para hoy la pereza de volver a la tienda a devolverlas/cambiarlas por otras igual de molonas pero entalladitas por favor. Después, madrugones increíbles sin despertatroz ni nada. Ahí, abriendo los ojos a las seis como si fuera algo que he hecho antes alguna vez. Debe ser tanto relajar, tanto meditar, tanta felicidad de cerrar los ojos y pensarme en un bosque y tal. El caso es que madrugar sirve para llegar a coles sin jugar a Fernando Alonso en Monza. Y sin despeinarme.