Dejé de pronunciar tu nombre


Lo mismo no es un libro bueno, pero lo terminé hace unos días y sigo pensando en él. Sea bueno o no lo sea a mí me ha afectado de una u otra manera y ya es más de lo que puedo decir de muchas de las cosas que leo.

Lo he terminado y me he lanzado a internet (qué suerte para estas cosas) a ver vídeos, a investigar, a remontarme a los ochenta, a los setenta. 

Es la biografía novelada de una mujer admirable en muchos sentidos y sí, lo recomiendo. Si tenéis ocasión, haceos con estas muchas-historias-en-una. Historia de la España más reciente (bueno, más reciente más recieenteeee... hablamos de la transición), historia de un amor frustrado, historia de un viaje hacia dentro, historia del feminismo del bueno. Me ha interesado tanto que hasta he vuelto a leer un libro sobre la misma época y la misma mujer que leí hace ya unos cuantos años. Este segundo es de Manuel Vicent, se llama El azar de la mujer rubia y no recuerdo que me dejara esta cosa dentro de querer saber más. Ni lo hizo entonces ni lo ha hecho en esta segunda lectura (bastante diagonal, por otra parte).

Qué cosa, ¿verdad? cuando terminas un libro y te quedas vacío, como si le faltara algo a tus días. Y coges otro libro y no te sirve para rellenar el hueco que ha dejado el anterior. 

Hay libros que nos remueven algo por dentro.

Y la historia de Carmen Díez de Rivera que ha escrito Luis Herrero, en mi caso, lo ha hecho.

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