crónicas de Pearland II - bufanda o bikini

El tiempo en esta zona del mundo -por lo menos en diciembre- es caos. Como cosa fija tenemos una humedad insuperable. Me contaron que el golfo de México es el mayor productor de nubes del mundo (no en vano es un golfo de tamaño considerable... más grande que España, así por comparar) y debe ser por eso (o vete tú a saber) que independientemente del frío o del calor, lo que se vive-a tope- es el modo sauna. No sé si son las nubes que aún no han cogido altura o si es la geografía pantanosa o los calores extremos del verano, con sus tormentas (¿ves? me ha faltado alguna fuerza de la naturaleza) o todo junto, pero a algo debe deberse esa sensación de humedad absoluta a la que, por otra parte, no me costó nada acostumbrarme.

El caos invernal al que me refería antes de liarme con esto de las nubes es que, aunque en términos generales las temperaturas (ojo, que me limito a diciembrenero) son agradables, primaverales y me encantísiman, de repente te despiertas una mañana con 4 gradines de nada. Te acuestas con 26, te despiertas con 4, pasas el día con una máxima de 9 y cuando te vuelves a levantar a la mañana siguiente ya estás sudando a chorros de 29.

El día de los 4 sales a la calle envuelto en mantas. Yendo nosotros del invierno madrileño tuvimos la suerte de llevar abrigos abrigosos, guantes y esas cosas que nos habíamos puesto para ir de casa al aeropuerto y cuando llegamos dejamos olvidados al fondo de un armario. Oye, cuando hizo frío, qué frío. Fueron tres días sueltos, pero vaya frío de nevar.

Frío de nevar y al día siguiente bañito en el mar. Así, de bufanda a bikini en un abrir y cerrar cajón.

El resto de los días, ya digo, temperaturas supermolonas (para mí, que soy fan del verano y las deshidrataciones).

No sé yo si será cosa de la humedad (se me metió bastante en la cabeza que lo era), pero estando allí tenía muchísimos picores en la piel y no me refiero a las consecuencias directas de los mosquitos-Texas-edition (más helicópteros que mosquitos, si me preguntáis). Era una cosa rara, se me ponía el cuello rojísimo y me picaba millones, los brazos, la cara... A pesar de la humedad sentía la piel superdebilitada (roja, con aspecto de sequísima aunque supongo que no debía estarlo. Claro, que ahora que lo pienso a lo mejor es cosa de los aires acondicionados... estaban a tope en cualquier sitio. Va a ser eso.). La cosa es que desde que llegué a Madrid se me han quitado todas esas molestias. O sea, que confirmo que tenía razón y era cosa de las nubes bajas.

Por lo que sé las temperaturas en toda esta zona son bastante extremas en verano. En invierno son -salvo ese par de días-congelador- muy agradables. Incluso algún día me he quejado de calor y mira que eso no me suele pasar mucho.

Así que bikinimarejada con un par de días de áreas de bufanda gruesa.

Por cierto, supongo que esto será cosa del país en general (más que supongo, sé) y me he acordado por lo de la temperatura tropical. La decoración navideña es un espectáculo. Es raro pasear por las casas o por el zoo (rápido, poned en google Houston zoo lights y echad un vistazo a las imágenes) en pantalones cortos mientras ves árboles, bolas, renos y santas. Otra experiencia más, como la de cantar villancicos cuando lo que te pide el cuerpo es una piscina olímpica.

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