las alegrías y cazale: un oxímoron

Esta mañana, cuando dejaba a C en la parada del autobús me he dado cuenta con muchísima alegría de que ¡era de día! He sido consciente del sol así de repente porque he recordado que hace unos días, no muchos, uno de los polis que controla el tráfico de padres-madrugadores-a-la-fuercísima me indicó con gestos que no me funcionaba el foco derecho del coche, cosa que por otra parte hacía tiempo que sabía.

Hoy ha sido la primera vez que he conducido después de que en la revisión estupenda que le han hecho al coche cambiaran la bombillita, y al ver a los polis he crecido dos centímetros invisibles de orgullo por la diligencia del foco en orden. Y en plena extensión ha sido cuando os-tras qué solazo tan bonito y alegre y maravilloso tenemos hoy, pero ¿desde cuándo tenemos esta luz a estas horas? La semana pasada salíamos de noche, ¿no? No puede ser que hayamos girado tan deprisa. ¿Cuánto queda para el cambio de hora? Total, que qué bonito cambiar la noche cerrada por una mañana tan bien colocada en esas salidas tan a deshora que compartimos C y yo.
Salía del trabajo tarde pensando en la pereza de volver a casa caminando. Normalmente el viaje de ida se me da fenomenal pero la vuelta me molesta mogollón. Será un rollo de cuestas que bajan (a la ida) y cuestas que suben (a la vuelta). O de principio de jornada vs fin de jornada. En fin, que la alegría ha llegado porque no recordaba que hoy había ido al trabajo en coche y que encima había tenido la suertaza de aparcar a medio metro de la puerta. Un día normal hubiera pasado de largo sin mirarlo, pero la suerte ha querido que me fijara en el coche y os-tras qué alegría me acabo de llevar, ¿Dónde tengo las llaves? las guardaría en la mochila, supongo, sí, aquí están, qué bien, qué bien, qué bien y qué calentito se está aquí dentro, qué suerte haberlo dejado al sol.

Y yo, que venía dispuesta a escribir sobre John Cazale, me encuentro recordando estas fruslerías y sonriendo porque el día se me ha dado bastante bien.

Lo de John.

John Cazale fue un actor americano al que supongo que solo recordarán los adoradores de El padrino. Es el actor que interpretó a Fredo, uno de los hermanos de Michael Corleone.

Parece ser que era un actor extraordinario (hizo bastante teatro), pero lamentablemente no tuvo mucho tiempo para demostrar su talento, pues murió con solo 42 años y en cine solo tuvo ocasión de brillar en papeles secundarios en cinco películas (algunas, peliculazas(.

Yo llegué a él, gracias a las vueltas que nos da internet, buscando no recuerdo qué sobre Meryl Streep (mi segunda preferidísima después de Katherine Herpburn que es mi primer de todos los tiempos, no me preguntéis por qué). Una cosa llevó a la otra y terminé emocionándome con un documental que se llama Descubriendo a John Cazale (I knew it was you, en su idioma original) y que os recomiendo muchísimo. 

Esto fue hace unos años, pero este fin de semana he vuelto a recordarlo porque hablan de él, de Cazale, en La cultureta, un podcast-programa del que me he enamorado porque me interesa lo que cuentan y además es muy divertido (últimamente ando con ganas de risas). También os lo recomiendo.

Pero como me he liado con las alegrías del día y con la especie de meriendacena con la que estoy alternando las escribiditas no os cuento más. Ved el documental sobre Cazale, de verdad. Seguro que disfrutáis con él

Feliz marzo.

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