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Hasta ahora he pasado un día-regu. Rollos laborales, desánimo vital, sueño al cubo, los amigos pesados de miau y el proyecto abortado de pasar la tarde en una librería capitalina suman y espero que no sigan. Pero entre toda esta mole gris marengo va y me quedo con un rato rosa de sonrisa grande.

...

Estoy suscrita a una editorial, que es otra forma de apoyar la industria de los libros. Una vez al mes recibo un ejemplar, alternando poesía y relato. Había comprado antes libros de esta editorial porque es quien edita a Gloria Fuertes y yo adoro a Gloria Fuertes, no sé si lo recordáis (creo que la primera entrada de 2012 trataba de ella). El caso es que desde hace un tiempo recibo libros de Torremozas, que es como se llama esta editorial.

Hoy salía de casa y como todas las mañanas he abierto el buzón y como siempre que llega el paquete de Torremozas me he puesto contenta. Hoy además, tenía también una felicitación navideña de mi tía y jo, qué alegría recibir cartas manuscritas.

Siempre me hace mucha ilusión abrir el sobre y descubrir el libro que hay dentro y hojearlo de camino al trabajo y guardarlo y esperar a llegar a casa para empezar a leerlo con sosiego. Unas veces lo termino enseguida. Otras, lo aparco hasta terminar lo que sea que tengo entre manos.

Hoy me he llevado una gran sorpresa. El libro es de Gloria Fuertes. Ni tiro, ni veneno, ni navaja. Un poemario que estoy deseando leer. Un poemario que va a reconducir seguro mi día. Ya me imagino dentro de un rato, cuando se haya ido el sol, con una taza calentando mis manos y una manta calentando las piernas y un poquito de Satie y otro de incienso. Estoy deleitándome con el momento en el que me sentaré a disfrutar de los poemas de Gloria Fuertes. De estos y de otros que seguro que releo. Después, seguiré con una autobiografía que me tiene enganchada "La muchacha del siglo pasado", de Rossana Rossanda.

Me he preparado una gran tarde de chicas.

Pero bueno. Que me desvío del tema. La sonrisa grande y el rato rosa entre el gris no se ha debido al libro en sí, que también, sino a la pequeña sorpresa -ese detalle- que lo acompañaba.

Se me acaba la suscripción y al libro le acompañaba la carta de la editorial para conocer mis intenciones al respecto de continuar recibiendo sus libros (que es que sí). Y la carta, aséptica como todas, incluía un abrazo personal para mí.

Estoy dando mil vueltas para contar una cosa sencillísima que me ha hecho muy feliz. 

Hace unos meses me puse en contacto con la Fundación Gloria Fuertes para comprar los libros que tradicionalmente regalamos a los niños de Manza en Navidad. Me pareció una idea formidable difundir la obra de esta escritora tan tan asimilada y cercana a los niños (tanto que muchos ignoran su gran aportación a la poesía española).

El caso, la cosa, es que la fundación tiene que estar ligada de algún modo a la editorial, porque el abrazo en la carta provenía de la persona con la que he estado gestionando la compra de los libros.

Que el libro fuera de GF y el abrazo me han regalado un camino hacia el trabajo feliz y muy saltarín. 

Y de eso me apetecía escribir hoy. De los pequeños detalles inesperados que nos hacen sonreír.

Me encantan.                                   

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