mis paseos

Hace unos años un paseo especial me acercó a un faro y a un superviviente del pasado, las dos cosas a la vez. Recuerdo el paseo hasta el faro y mi pasado. Recuerdo el suelo rojo, el mar, el sol, el súper calor, la ilusión, el faro que se acerca, el faro al que parece que nunca voy a llegar. Recuerdo lo que pensaba. Era consciente de que alguna vez volvería a mi cabeza todo aquello.

Y, diantres, ha vuelto hoy, mientras paseaba de Plaza de España a Moncloa a encontrarme con otro faro. Éste pura metáfora. Paseaba aparentemente en calma, pero no. Paseaba pensando que alguna vez volvería a mi cabeza todo aquello. Y creo que ha sido en ese momento que he cambiado la lluvia por el sol, el asfalto por las olas del mar. Un paseo por el otro.

He llegado al objetivo y -como en aquél- me he adelantado a la otra parte. Hace unos años rebajé el nerviosismo idayvuelta hacia el espigón, respirando mar y eso. Hoy, que he llegado sin tecnología, me he entretenido escribiendo con mi pluma rosa en mi abigarrado cuadernito cántabro.

He escrito lo que sentía y lo que veía. He escrito por hacer algo. He escrito por no salir corriendo. He escrito, quizá, porque no tenía muy claro qué demonios de casualidades me habían catapultado a esa mesa, a ese bar, una tarde de lluvia gris y coches que pasan.

Catapultada a encontrarme con mi metafórico faro. Un señor al que adoro. Un señor que no me conoce. Un señor al que le he propuesto venir a Manza a compartir con los menos a los que aún les mueve la vida, un poco de poesía. De su poesía.

Hoy me he encontrado con Pablo Guerrero. A muchos no os dirá nada ese nombre. Prácticamente a ninguno, supongo. No es un ser de mayorías. Y creo que me alegro de que sea así. No es un ser de mayorías. Es un poeta que a veces canta.

¿Cómo decirte que se aleja una nube?

Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared