ahora que vamos despacio

Ahora que tengo un rato de nada pienso escribir un par de cositas que barrunto desde el viernes. La primera, en esta entrada acaramelada, se ha ido ampliando según se ampliaba el fin de semana. Lo que empezó como una historia de princesa (yo, claro) ha devenido en otra de costurera y de cocinera después y sin darme cuenta me he convertido en cenicienta pero al revés.

El caso es que el viernes me compré el vestido para la boda de mini. La reina de la alpargata (otra vez yo) descubrió que existe una vida deliciosa más allá de la lagartera, llena de organzas, tules, volantes y dependientes que te dicen que estás estupenda (ojo que sé lo que hay y lo listos que son estos dependientes-pelota). Lo que iba para un rato éste-mismo-me-parece-bien-terminemos-pronto-con-esto, se convirtió en pordiosssss quiero probármelos todos: el rosa, el diosa griega, el charleston, el fucsia, el de las plumas por favor, necesito tacones, ¿y si le ponemos un tocado plata?, escote palabra de honor, con tirantes, sin tirantes, con un tirante, el de las flores, el liso, ¿me gusta el raso?, ¡me gusta todo! Y es que amig@s, me dio un ataque princesísimo que me lo hubiera llevado todo aunque sea para el pregón.

Así que desde aquí agradezco a minimini y a súperj el acierto de la decisión del bodorrio. He descubierto en los cancanes el sentido de pasar por lo de dama de honor (porque entiendo -ejem- que seré dama de honor, ¿no?) y me está empezando a apetecer eso de brillar con luz propia y high heels.

Además de un vestido pichi, me hice con unos tés deliciosos y así acabó el viernes. Bueno, realmente acabó con la pizza del fin del mundo (ojo que el vestido, la falta de ganas de sudar y la ausencia de voluntad, pueden dirigirme sin remedio a un señorita escarlaaata sublime).

El sábado hice unas cortinas de una funda de edredón, unos yogurines y un pan. Así que estoy esperando a que venga algún mozo guapetón a probarme el zapato, que es lo que ahora mismo le pega al fin de semana, ¿que no?

De momento ha venido C. Le han encantado las cortinas. Dice que soy guay, pero no sé si lo piensa en serio o es un rollo vamos a acabar con esto no sea que con los restos nos haga trajecitos conjuntados a M y a mí, en plan sonrisas y lágrimas.

También le ha chiflado el vestido... no ha salido a mami en esto de las ropitas (tira más a fashion victim). Antes de irse me ha hecho ponérmelo y muchas muchas fotos para enseñar a sus amigas (eso no sé si es bueno o malo). 

Muy a regañadientes me he quitado el vestido (no cabíamos en el coche los dos), pero tal y como me siento con él no descarto que llaméis un día a la puerta y os reciba siglo XIX.

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