a contracorriente

Que estoy pensando que se vive mucho mejor a contracorriente. Yo llevo toda la vida haciéndolo y -a pesar del caos en el que siempre estoy- me siento bien y feliz.

Todo esto viene a cuento del rato que pasé ayer en el trabajo. Resulta mucho más efectivo un sábado en soledad que toda una semana laboral.

Y de ahí al resto de mi vida, siempre tan a contracorriente. Que había que casarse y buscar trabajo... yo tenía hijos, que por la noche se duerme... yo deambulo, que café... yo té, que carne... yo verdurita, que había que ser pasante en un despacho pijo... yo a Inglaterra a un fish and chips, que llueve... a pisar charcos, que hay olas excesivas... a volteretear.

Todo esto (y mucho más) no está exento de riesgos, claro. Tengo 38 y un futuro poco definido. Mi trabajo tiene fecha de caducidad, mi media casa está hipotecada aunque yo vivo en otra alquiladita. El verano pasado una súper ola casi me parte la espalda. Mi vida no es segura, estable ni preestablecida... pero qué felicidad, oyes.

No la cambiaba por nada.

Los riesgos son asumibles y hasta ahora me he defendido con gracia. 

Me conformo con vivir coherente con mis sentimientos y mis valores. Disfruto hasta llorar cuando los pins me rodean. También disfruto cuando estoy sola y cuando me refugio en mi hueco.

El resto... es circunstancial.

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