tralará

Hoy vengo a contar el hilo de mis pensamientos al salir de mi primer examen de Historia del Arte. No voy a decir que me he quedado en blanco porque no y a estas alturas de la vida y de los infinitos libros leídos desde los 15 no me faltan palabras para explicar el arte egipcio o el mesopotámico. 

No me he quedado en blanco de contenido, me he quedado en blanco nuclear de no saber escribir en un espacio determinado. Ostras. Qué tensión. Ya no estoy acostumbrada a estructurar, a resumir, a desarrollar ideas en un folio sin borrarlas para cambiarlas por otras mejores. Paralizada. Así me he quedado. Sin saber cómo empezar, cómo desarrollar las ideas de forma coherente, cómo arreglar los olvidos, cómo aprovechar el espacio y hacerlo sin tachar. Ese momento ansiedad en el que he escrito una mala frase y ay, madre, que ahí se ha quedado.

Describe esta foto en veinte líneas. ¿Cuánto abarcan veinte líneas? ¿Medio folio? ¿Cuántas llevo? ¿Me cabrá la conclusión? ¿Me sobran? ¿Cuántas me faltan? ¿Tacho esto? Lo tacho. Qué guarrería. ¿Por qué habré empezado así? Ahora me va a faltar espacio para las influencias. ¿Y esta frase mierder? ¿Cómo la acabo? Ay, mira, no sé. Ahí lo dejo, luego vuelvo sobre ello. ASÍ NO SE SACAN DIECES, ya os lo digo.

Una lástima.

Menos mal que he podido hacerme un esquema de lo que quería contar y lo he, más o menos, ido siguiendo. Menos mal. Y fijaos que no había previsto yo esta situación. Sí tenía claro que me iba a costar escribir a mano y pasé el fin de semana elaborando resúmenes y esquemas hasta el dolor en el índice (tampoco he tenido que esperar mucho, se nos han vuelto los dedos delicados de teclear).

Total, que me he metido en el coche con la algarabía mental de un estupendo "lo importante es participar" y a otra cosa, mariposa. El viernes más y seguro que mejor.

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