saudade

El fin de semana pasado compré dos cosas que me han catapultado a otras vidas. Un jersey verde botella y un gel. 

Mi uniforme del cole incluía un jersey verde botella y desde los 18 no había vuelto a tener uno. Me hizo gracia llegar a casa y probármelo (jamás me pruebo la ropa en las tiendas, ¿ya os he contado que me espantísima ir de compras?). Me lo puse y magia. Que no, que no pasó nada. Solo que me vino la infancia a la cabeza.

El gel sí lo compré sabiendo lo que hacía. Es el mismo que usaban mis abuelos. Con el que me bañaban cuando de peque me llevaban a dormir a su casa. Igual que con el jersey, al usarlo vuelvo por un momento a tener 8 años. La casa de mis abuelos ya no existe, pero podría reproducirla palmo a palmo. Me alucina acordarme de los detalles minúsculos, como la forma en la que se abría la puerta del baño. 

Y así está pasando esta semana, así y con el berrinche que me cogí ayer porque C quemó mi crock-pot. Veinte días me ha durado. Eso sí, veinte días maravilla. Me acabo de comprar otra. Que siga la fiesta.

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