Nueva York es siempre una buena idea


Mi bebé C cumple 18 en unos meses y como regalo especial de cumpleaños especial le organicé un viaje a NY. Por cosas de pasaportes, visados y sus propios planes de futuro, adelantamos el viaje a abril y ahora que ya estamos de nuevo en mi pequeño Madrid os cuento que ya estoy fantaseando con volver a USA. 

Esta vez hemos paseado por Nueva York y Filadelfia y, como no podía ser de otra manera, nos hemos dejado tantísimas cosas por hacer, se nos ha quedado todo tan a medias, que ya estoy dando vueltas a cómo y cuándo volver a hacer otras cuantas. Y es que qué país. Siempre que voy vuelvo con ganísimas de más.

Como CyM no habían estado antes en NY hemos recorrido todas las tipicadas y aunque yo he repetido, me alegro de haber tenido la ocasión de enseñárselas a ellos. He disfrutado millones subiendo al empire y al top of the rock, paseando por Bryant Park (mi plaza preferidísima) y por la quinta avenida, montando en bici por central park, dejándonos caer por la catedral de San Patricio o Wall Street, paseando hasta la ONU, visitando la estatua de la libertad y Ellis Island, viéndoles patinar en el Rockefeller (como veis, no nos hemos perdido ni una), en los museos, en las tiendas, en las avenidas y en las calles, en la zona cero, en Chinatown y en Little Italy, tocandosaltando el piano en la F.A.O. Schwartz, siendo provincianos en Times Square...


Oye, nos hemos regalado la experiencia completa.

Como además tenemos vidas previas en Estados Unidos, hemos aprovechado para comer en sitios que nos molan, como chick-fil-A o Olive Garden y para comprar cosas que nos gustan de allí y que echamos siempre de menos en casa. 

Y también hemos hecho cosas nuevas para mí como lanzarnos a la búsqueda de la casa de Friends, merendar en la torre Trump, ver LA exposición sobre Walt Whitman, mi escritor preferidísimo de la vida (ni os imagináis la emoción al ver sus manuscritos), pasear por Unión Square un día de mercado, ir al zoo, buscar el homenaje a Jackie Kennedy en la estación central, ir en bucle a comprar cupcakes a Magnolia Bakery, ir a un partido de los Knicks (aunque nosotros seremos para siempre de los Rockets) y engancharnos a otro de baseball en central park (en este caso ibamos con los dead poets), perdernos en librerías pichis o ir a Filadelfia, la ciudad del amor fraternal, que es una experiencia que os recomiendo mucho si vais a NY porque está muy cerca y es muy, muy accesible para ver en uno o dos días. Nosotros fuimos en autobús y tardamos una hora y media en llegar, así que no tuvimos ni que madrugar. 



Yo soy muy entusiasta de la historia de los EEUU y visitar la parte antigua de esta ciudad es muy interesante. En ella se declaró la independencia, se firmó la Constitución, se cosió la primera bandera, se construyó el primer banco y está la calle más antigua del país, entre otras mil cosas todas bien interesantes. Toda la parte antigua de la ciudad está convertida en un museo. Se puede entrar en algunas casas que se mantienen "como eran" (la de Benjamín Franklin, la casa en la que Jefferson redactó la declaración de independencia, el independece hall) y en otros edificios que se han reconvertido en museos. Una cosa importante, si vais, es ir a coger las entradas lo primero primerísimo porque el acceso a todos estos sitios es gratuito y las entradas se agotan en un pispás. Si no hay opción se puede ver por fuera divino también y si te pones en la cola y no hay gente suficiente te dejan pasar sin entrada (eso me dijo el hombre amabilísimo que me atendió cuando llegamos).

Por supuesto, además de la zona histórica, en Filadelfia hay mil cosas más que ver (aparte de las escaleras por las que subía Rocky Balboa) y, en mi opinión, es una buena idea no perdérselas. De hecho, pienso volver.

Volviendo a Nueva York, en serio, qué ciudad. No me canso de ella. Podría ir mil veces y mil veces sería feliz. Cuando estábamos recorriendo en bici central park (todo tan en flor, todo tan divino) me giré hacia C y me salió un maravilloso "la felicidad es montar en bicicleta por central park una mañana de primavera, ¿no te parece?". Y vaya que se lo parecía. Es que qué felicidad, qué paz, qué alegría, qué mágico, qué penísima volver. Qué maravilla haber ido y haber vivido los tres juntitos la experiencia y qué maravilla ponerme a planear otro viaje allí. Aunque volvamos a tardar dos años en ir, sé que merecerá la pena, porque Nueva York es siempre una buena idea. 

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