Me he enamorado...

... y ahora tengo que ir a Pasadena.

No. En serio. ¿Habéis oído hablar de Sally Storch? Yo nunca hasta la semana pasada y ahora estoy entusiasmada con la vida.

Me vais a decir que es Hopper. Y es verdad. Y como adoro a Hopper no me queda más remedio que adorarla a ella.

De vez en cuando internet te regala estas cosas y mi segunda frase prefe -todos los días pasan cosas buenas (la primera es ser mayor es un timo)- adquiere categoría de prima donna.

No puedo hablar de un pintor preferido porque me gustan tantas cosas que uno solo se me queda corto, pero definitivamente Hopper (ahora Storch) es uno (una) de ellos. Es tanto uno de ellos que estando en Estados Unidos me cansé de imaginarme cuadros que hubieran sido posibles en su cabeza. De hecho, me hice alguna foto hopperiana cambiando, eso sí, las preciosísimas faldas de los cincuenta por una indumentaria bastante poco apropiada para un cuadro pichi.

Esta estación de tren de la derecha, por ejemplo, me entusiasmó. Me recordó tantísimo la estética de los cuadros de Hopper (ahora Storch) que caí en la tentación de hacerme una foto molona. El edificio era muy grande y las posibilidades de que la foto quedara como tenía que quedar pocas, pero oye, la miro y me acuerdo y me gusta tener estos recuerdos.

Y ahora estoy contenta porque existe Sally Storch. Parece que no es muy de salir de California, así que tengo pocas posibilidades de ver en directo alguna de sus creaciones. Por lo menos en 2017. Si tuviera dinerísimo, cosa que lamentablemente no va a pasar nunca, no perdería ni un segundo. Ya me habría organizado un viajecito divino para conocerla y -por supuesto- para comprarme alguno de sus cuadros y ser feliz viéndolo cada mañana.

Os recomiendo que echéis un vistazo a su página web. Sus cuadros son tremendamente literarios. Os tienen que encantar.

Qué bonito que los cuadros cuenten historias. Qué bonito que transmitan tanta serenidad y tanta belleza. Qué bonitos los colores. Qué precioso tratamiento de la luz. Qué suerte que existan personas con esta capacidad de hacernos felices con una caja de colores.

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