un puñado de fotos

Ayer -por fin, llevaba variooos días con las ganas- hice copias impresas de algunas de las (3 000) fotos que hice en USA. Y esto, compañeros, es algo que no hacía desde hace pfffff no sabría ni decir los años.

Y ahora que tengo las fotos en casa pienso que debería hacerlo más a menudo. Desde que tenemos la posibilidad de hacer fotos con nuestros chulísimos smart phones nos hemos dejado algo por el camino. O me lo he dejado yo, que soy un desastre y a lo más que llego es a trasladarlas al ordenar cuando me da un ataque de ordenar fotos.

Desde 2012, creo, guardo anualmente las fotos que hago en dos carpetas. Una con subcarpetas por razón de la foto (viajes, cumples, cosas de casa, en fin) y otra que llamo selección (del año en cuestión) y que en un mundo de fantasía pretendo convertir en un álbum o imprimir y poner por la casa o yo qué sé.

Entre unas cosas y otras, al final las fotos no salen del ordenar y ya si eso, cuando llega el día de volver a descargar cositas nuevas echo un vistacín o algo. Y al cabo de los años un día pues a lo mejor me entretengo en pensar en hacerme un regalo especial en forma de álbum.

Mola tener la oportunidad de hacer fotos (infinitas) y guardar los miles de momentos que antes lo mismo no guardábamos, tan limitados por aquel máximo genérico de 36 por carrete. Mola, pero a la vez exige el esfuerzo de seleccionar, decidir, organizar, imprimir, colocar. Solo el esfuerzo de seleccionar es la bomba. Imaginad lo de mis 3 000 fotos de diciembre. Que no es un número al azar, que fueron (son) 3 000. Y de todas esas pueden encantarme 300. Y el resto, no es morralla. También molan.

He hecho dos o tres de concurso. Esas las imprimí ayer en tamaño más grandecín y las colgué (con su correspondiente marco) en una pared del salón. Y hablando de colgar, otras 12 la colgué en ese par de cintas que podéis ver en la foto. ME (nos) ENCANTA tener el recuerdo de una experiencia tan maravillosa a una girada de cabeza.

Merece millones la pena imprimir las fotos. Y además ahora es superpichi .Yo las llevé a la óptica de mi pueblo en un pendrive y le pregunté al óptico "oye, ¿y si la próxima vez te las envío por correo, cómo lo ves?" y me contestó -alucinad- que mejor le enviara un WhatsApp. O sea, que es tan fácil como enviar un montón de fotos por teléfono al óptico, llamarle para hacerle saber que se las he enviado (me dijo que mejor confirmar no sea que se le pase), salir a dar un paseo y a la vuelta cogerlas y ser muy feliz al verlas al llegar a casa.

¿Os acordáis de aquélla sensación de incertidumbre que teníamos cuando llevábamos los carretes a revelar y no sabíamos (o en mi caso, 28 días después ni recordaba lo que había fotografiado) si las fotos iban a salir bien o no?

Pues ayer, aunque más o menos sabía lo que había en el sobre, fui muy feliz llevándolo debajo del abrigo (al resguardo de la lluvia que lo mismo caía) y llegando a casa, abriéndolo y viendo las fotos con C y M.

Si no me vence la pereza en la que vivo (creo que también puede llamarse hibernación) es probable que le coja el gusto a esto de las fotos en papel.

Otra cosa que he intentado al volver de Texas ha sido diseñarme un álbum on line, pero creo que he fracasado por el ingente número de fotos y porque eso sí que ya se me antoja un trabajo para un fin de semana laaaaargo de nada que hacer.

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