los días de invierno que no

Los días blancos de invierno me producen una pereza monumental. Tener que salir no ya de casa... de la cama, tener que salir, decía, a mañanas grises, como sucias, con ese montón de vida latente, escondida, helada, pffff, se me hace muy cuesta arriba.

Una vez fuera, en la calle, superada la prueba (obligación) de cerrar la puerta a lo que hubiera sido un día de invierno perfecto si no hubiéramos tenido que abrirla, con las manos en los bolsillos, la capucha bien puesta, el andar rápido y la nariz roja la cosa ya no tiene remedio, así que vamos a disfrutar.

Y lo intento, y lo consigo hasta que una mirada hacia la izquierda me devuelve al frío blanco de fuera, a las cigüeñas quietas. A esa nada fea en la que no me gusta estar. Y pienso que tengo que volver a tirarme de cabeza en el blanco de hoy y me enredo en otra espiral de pereza y dejo de mirar a la izquierda y me centro en el montón de cosas que ahora mismo son mi obligación y a veces me distraigo en el montón de cosas -otras- que me encantan. Menos mal.

Los días luminosos son sonrisas, los días de lluvia... mmm, los días de lluvia me encantan (puede que esta tarde llueva). El blanco cuando es de nieve (puede que esta noche nieve) es tan divertido... pero estos días raros, fríos, sin luz, como sin fuerzas, son días que marchitan si tienes que salir de casa y no eres capaz de afrontarlos con una buena dosis de voluntad y ganas.

Yo procuro hacerlo con un buen par de manoplas. Creo que no os lo he contado nunca. Mi colección de manoplas es alucinante, como la de abanicos. En mi cabeza el invierno son mis manoplas gruesas, de colores y calentitas y el verano la alegría de cualquiera de mis abanicos.

Usar cualquiera de las dos cosas me hace superfeliz. Como los paraguas, cuando era mini (ahora me chiflan pero los cambio invariablemente por capuchas, mucho más cómodas). Ya veis qué par de tonterías me hacen sonreír.

Total, que mis manoplas de colores son el mejor oxímoron de los días blancos. Son mi pelo de sansón para estos días sin fuerza. Pintan los días blancos y los hacen más llevaderos y cambiando absolutamente de idea no quisiera irme hoy de aquí sin recordar que un día como hoy (26 de enero, no un día blanco, porque seguro que no fue blanco) llegó a la tierra el más grande: Paul Newman.

En pie.

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