crónicas de Pearland V - un viaje dentro del viaje


Una de las cosas que hicimos durante nuestra estancia en USA fue un viajecito para conocer mejor el estado de Texas. El camino nos llevo de Houston a Dallas. De Fort Worth  a Austin, pasando por Waco, y de Austin a San Antonio.

De todo lo que vimos para mí lo más especial fue Dallas. No solo lo obvio (ya medio contado), sino la ciudad en general. Supongo que porque fue el primer destino en el que pude disfrutar del contraste de  otras ciudades con Houston.

Dallas, como San Antonio o Austin, son ciudades paseables. Puedes caminar, pasear, descubrir cosas chulas (edificios, parques, estatuas...), entrar y salir de sitios. Son ciudades más amigables. Y no sé por qué pienso esto, pero para mí Dallas tiene magia. Volvería sin dudarlo. Es más, me encantaría hacerlo (ojo, que con American Airlines el vuelo desde Madrid es directo) y dedicarle una buena semana (mínimo). Es una ciudad con un montón de posibilidades. Me enamoró.

De Fort Worth también guardo un buen recuerdo. De hecho, de todo guardo el mejor recuerdo, la verdad. En Fort Worth estuvimos muy poco tiempo, pero también me gustó mucho. Tiene  un centro muy chulo, de esos en los que perderse dando paseos (de repente una placa que anuncia que allí Sundance kid y Butch Cassidy blablablá blablablá, y así). Además, ellos están muy orgullosos de ser la puerta del Oeste y tienen muchas actividades "vaqueras", que para hacerte una idea de lo que fue el lejano oeste, molan. Todos los días unos cowboys mueven longhorns en el Stockyards National Historic District. Es un rollo muy turístico, pero qué demonios, si vas a Texas... qué menos.

En Waco paramos a comer y un poco -como con Dallas- porque me hacía a mí ilusión. No tengo opinión formada porque no estuvimos más que en el restaurante. Lo que vi, pues bien. Como todo en el viaje. Muy tejano.

En Austin me flipó el puente de los murciélagos. Es un puente muy famoso porque cuando se va el sol salen de su interior millooooooones de murciélagos. Es una atracción turística más, que debe ser muy molona en verano. Al parecer, en diciembre los murciélagos migran y en vez de millones salen unos cienes. En cualquier caso, lo que me flipó del puente es que está sobre el río Colorado. Ostras. El río Colorado. Poder tocar el río Colorado. Qué pasada. Si hubiera habido murciélagos ya hubiera sido la leche.

Austin es la capital del estado y tiene su capitolio y su casa del gobernador. Como he contado antes, es paseable y agradable. No me pareció que tuviera la magia de Dallas, pero oye, que si hay que volver, se vuelve. Ahora que me acuerdo, en Austin fuimos a una zona un poco raruna, lleeeeeeena de grafitis, y nos pusimos como locos a buscar botes con restos de pintura para reflejar nuestro paso por allí. Fue divertido.

En el camino de Austin a San Antonio paramos unas horas en Gruene, donde comimos espectacularmente y donde disfrutamos de un poquito de música country en el Gruene Hall, a la sazón la sala de baile más antigua del país. De hecho, todo el distrito ha sido declarado histórico. Me gustó mucho, con sus tiendecitas y bares y todo tan bonito de luces navideñas.

Y por fin llegamos a San Antonio. Tenía todas mis esperanzas puestas en el álamo y nunca hay que poner esperanzas en nada. Me gustó, pero no es PARA NADA como me lo había imaginado. Está embutido en una ciudad llena de luces, colores, rascacielos. Imposible imaginar el asedio. Entre tanto bullicio apenas queda hueco para la imaginación. Aún así, merece la pena entrar y conocerlo.

Y esto que os cuento es por supuesto mi personalísima opinión, porque si le preguntáis a M, por ejemplo, el álamo es casi lo que más le ha gustado del mundo en su vida y, desde luego, lo mejor de su viaje. Le encantó. Como en todo, ¡que viva la diversidad de gustos y opiniones!

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San Antonio es mucho más que el álamo, por supuesto. Es una ciudad enorme, con un montón de gente, de bullicio y de actividad. Entre todo este lío destaca mucho el riverwalk, un paseo a lo largo del río San Antonio lleno de tiendas, restaurantes, pffff lío de gente... en fin. Es muy bonito, más en Navidad taaaan iluminado. Es una pena que las fotos (al menos las que yo hago) no reflejen nada de la realidad que representan.

Y desde aquí fuimos, ya de camino a Houston (pero aún en San Antonio) a ver las misiones.

¿Veis? De esto que no esperaba nada no tuve "decepción". Me encantaron. Me pareció muy interesante y aquí sí que te puedes imaginar la vida en el pasado.

Cuando se establecieron los españoles en toda esa zona, procuraron hacerlo en espacios independientes, normalmente cerca del cauce de los ríos (en este caso el San Antonio), pero lo suficientemente próximos unos a otros como para ayudarse en caso de ataques.

En lo que ahora es el Parque Histórico Nacional de las Misiones se pueden ver 4 emplazamientos diferentes, dos de ellos -la misión San José y la misión Concepción- están muy bien conservados.

Fue una pena que llegáramos un poquito tarde (la salida del hotel en San Antonio se nos fue de las manos) y tuviéramos que verlas más deprisa de lo que me hubiera gustado. Tendremos que volver.

De hecho, tenemos que volver.

Me (nos) ha encantado cada cosa que hemos visto. Cada paisaje, cada casa, cada ciudad. Hemos sido muy felices, hemos disfrutado millones y hemos descubierto tantas cosas que un mes se nos ha quedado corto.

De hecho, los tres, queremos mucho volver.

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