y sin embargo...

... oye, si hay que hacer el payaso para animar a un amigo en horas bajas, se hace. Que hay que hacerlo con unas empanadillas por medio... tan bien.

Llegué anoche a casa retorcida y derrotada. Cero glam. ¿Ganas de hacerme una cenita rica? No. Arrastrada de pies hasta la nevera mmm qué tenemos por aquí mmm empanadillas y croquetas vegetarianas mmm esto me vale mmm enciendo el horno y adentro mmm arrastrada de pies hacia la ducha, limpiaditas, pijama, batakurt (me he hecho con una superauténtica, un día pongo una foto), calcetines gordos que hace frío y vuelta de pies arrastrados a la cocina. Pffff mirada interna al horno y pffff qué pereza todo, de verdad.

Mensajito de móvil de amigo con día amargo y espera que te voy a contar lo de mis empanadillas tristes y hacemos una competición de días malos. Una cosa llevó a la otra y ostras ¿eso que veo es una sacada de lengua? Tú mucho blablablá y lo que quieras, pero mi cena me está sacando la lengua. Y así empezamos la escalada del humor. Absurda, como todas estas cosas, que terminó con un lunes menos malo con la tontería de la cena.

Y no sé si será por la tontería de ponerle cara a la cena o por otra cosamariposa, el caso es que hoy he pasado un día de un humor más aceptable, con sus áreas de mar gruesa y tal, pero más pichi. Así que por este flanco, bien.

Y por el resto en realidad también, qué demonios. La mala leche se irá discreta, como ha venido, y en cuanto pueda, el mar.

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