la palabra del día

Estoy enganchada a la Real Academia Española (RAE). 

Todos estos mares y cursos de corrección en los que navego últimamente me han llevado a muchos puertos. Uno de ellos, esa parte de la web de la RAE en la que se publica la palabra del día.

¿Os imagináis?

Hay una palabra del día.

Cada mañana la busco. Hoy es rastafari. Otros días han sido calima, videoconferencia, recalvastro, barbirrucio, verdugazo, etc.

Algunas palabras me gustan por su sonoridad. No me digáis que calima no es preciosa. Otras porque son nuevas para mí y es chulo incorporarlas al vocabulario. Otras me hacen gracia. Otras me resultan indiferentes. En cualquiera de los casos, la iniciativa me encantísima. Será porque me gustan las palabras.

Estoy escribiendo esto aquí mientras lo que pienso viaja de un lado a otro. ¿Quién elige la palabra? ¿Con qué criterio? Lo más probable es que sea un ordenador. Sin criterio. ¿Podría hacer algo con este puñado de palabras? De momento cada día se las envío a mis hijos y a cuatro compañeros del trabajo. Mmm. Poca cosa para estas palabras protagonistas. ¿Y si les regalo una historia? Pfff, eso es mucho pedir, teniéndome en cuenta. Una lista. De momento las voy a coleccionar en mi primera lista del año. Las palabras de 2016. Luego, ya veré qué hago con ellas.

También pensaba hace un rato que no he contado por aquí cuánto me gusta la lengua. La gramática, la ortografía, la sintaxis. Todas estas materias que tanto espantan a muchos a mí me gustan desde que era mini. Letras puras -nada menos- elegí yo en BUP. Latín y griego. Y después de aquello, solo leer y a veces escribir. Bueno, leer, escribir y aprender bien otras lenguas. Más literatura que lengua. O lengua a través de la literatura. 

Sin embargo, por estas volteretas que nos da la vida empiezo 2016 planteándome un nuevo oficio relacionado con las letras. Al final va a ser verdad eso de que volvemos al punto de partida del que no nos teníamos que haber alejado jamás.

...

No sé a dónde me conducirá todo esto. 

De momento, soy feliz con la tontería de haberme enterado de que hay palabras del día.

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