un día de fiebre

Ser mamita es incompatible con estar malita. Esta mañana he vuelto a comprobarlo. La congestión del domingo empeoró el lunes y esta mañana mi cabeza era puro plomo. Que no es que no lo sea habitualmente, sólo que esta vez era plomomoco. He dormido ceropatatero, con medio ensoñaciones rarísimas que recuerdo perfectamente. Nada de pesadillas, cosas rarunas y agitadas.

Ayer hice lo que pude con los hijos. Fui a buscarles al cole, tarde de otoño, no me quiero duchar, por dios entra en la ducha ya, hacer la cena, cenar de aquella manera, recogiditas, mucho limón con mucha miel, cabeza que quiere explotar, lo de antes de medio dormir, levantarme a las seis porque para qué voy a seguir aquí con lo que me duele todo y su oxímoron de muuuuchas ganas de meterme en la cama y ya.

Desde las seis hasta las once, caos. Hoy le hacían a C unos análisis (también es mala suerte), así que mañana de carreras y estreses. Llegamos al centro de salud antes de la hora, por si toca y hubiera tocado si una madre requetepesadísima de un adolescente requeteavergonzadísimo no hubiera acaparado a la de los volantes durante una eternidad. Por fin nos atienden y C, mi amor, aquí te dejo que no llego al cole con M. Corriendo al coche y M, hoy no te puedo acompañar, te dejo en la puerta y entras tú solín. Dicho y hecho, parada, hasta luego mamá, hasta luego bebé pasa un día súper y cooooorre de vuelta al sacasangre con los temblores, la cabeza y el plomo de antes. Cojo a C y de vuelta a casa para su desayuno. Fiebre, temblores y mami métete en la cama, no puedo hija, cuando me meta ya que sea para todo el día. Su siguiente clase era a las diez y veinte, así que a las diez hemos salido de casa. A y media he llegado de nuevo, entre convulsiones febriles me he metido en la cama y 

paz.

El resto del día ha ido entre sueños y fiebres, esta vez sueños de verdad, no alteraciones de ésas que me ocurrieron por la noche. Me he levantado sobre las cinco. Lo típico de la cama al sillón y abrir la ventana de la habita para que entre aire limpito. Me sentía un poco mejor y he comenzado un libro que me ha parecido lamentable. Menos mal que lo he comprado en formato digital y no he invertido mucho en él. Una infusión con mucho regaliz y muchas ganas de volver a la cama.

Y hoy, en contra de cualquier pronóstico o previsión he encendido el ordenar y me he puesto a escribir.

Me he perdido la lluvia, pero he encontrado un poco de inspiración. No hay mal que por bien no venga y me vuelvo a la cama ya, que las tardes no se llevan nada bien con las enfermedades.

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