sopor en venecia

Llamadme hereje, pero Muerte en Venecia me parece un tostón. Vi hace unos días la película, inflada por los extraordinarios comentarios que siempre he oído de ella y nada, oyes. No me interesó nada.

Acepto la música (maravillosa), acepto las imágenes preciosísimas y delicadas. Acepto Venecia. Acepto el retorno al pasado.

Pero 

No sé si el argumento ha quedado arcaico en este mundo de predators y matrixes o que directamente no entiendo a un hombre que desafallece de amor platónico por un quinceañero rubiales.

Puede que la tensión homosexual en los años 70 tuviera un gancho que ahora no imaginamos. Y que eso, unido a la belleza evidente de las imágenes de la peli, hagan de este par largo de horas una película de culto.

Puede, pero entre nosotros -adelante, soy insensible o vulgarucha- la peli es un aburrimiento sublime. Sin embargo, estoy segura que el libro del que sale es extraordinario y he decidido leerlo. Me resulta curiosa esta necesidad de leer el libro y reconciliarme con la historia. De verdad creo que voy a encontrarle un sentido que la película no ha sabido transmitirme. Prometo volver y contarlo.

Supongo que a ojos de muchos y grandes intelectuales me he convertido en una blogger garrula y que el sacrilegio de no adorar a Visconti traerá sus amargas consecuencias en forma de latigazos de indiferencia. Pero qué le voy a hacer, no voy a contar que me ha encantado algo que sinceramente no.

Por lo demás, bien. 

He pasado unos días felices y descansados en los que he puesto en marcha un proyecto que barrunto desde hace tiempo. Escribir en serio. Lo he puesto en marcha y me he puesto en marcha  a mí misma y si mi pereza cósmica (tengo que recuperar ese maldito pijama) no me lo impide, en un tiempito tendré un montón de cosas serias que contar. 

Mientras tanto, os dejo con un live long and prosper formidable, millones de besos y muchas más sonrisas.

Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared