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Mostrando entradas de junio, 2014

amanece en edimburgo

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Hoy he estado en el cine. He visto un musical, tipo mamma mía (la diosa de las feel-good pelis). En la de hoy la música, The proclaimers. El escenario, Edimburgo. El cine, vacío. El argumento no me ha entusiasmado. Unos soldados y amigos escoceses vuelven a Edimburgo después de saltar por los aires en Afganistán y vivir para contarlo. Regresan a casa, decía, y la peli cuenta eso que ocurre a su regreso: los padres que tienen una crisis en plena celebración de sus bodas de plata, uno que se enamora de una inglesa (un paquetito de problemas de identidad nacional), al otro le rechaza su novia, todo muy costumbrista y tal.

Beatriz

Beatriz es una tarde tranquila de junio y los pantalones de rayas y la camiseta amarilla que yo llevaba la primera vez que la vi. Beatriz soy yo con 17 años y soy yo –con 40- escribiendo un regalo. Beatriz son muchos rizos y unos ojos muy grandes y un gran montón de libros y es un gato gris. Beatriz es la cocina que huele a chocolate. Es negro y es morado. Beatriz es hija única y eso no es estar sola. Tiene hermanas mayores. La que Hércules y la que menos. Pero las dos están. Beatriz es un barullo de universidades y festivales de música. Es un súper abrazo. Es saltar un bache y mirar hacia adelante. Es una tarde aparcando en batería. Beatriz es palela y amelto , que no podían faltar. Beatriz es decir lo que se piensa. Es disfrutar de dormir. Es una tarde de verano en la piscina, abrazadora de mi tripa enorme de C. Es parte de el campito , como lo somos muchos, y es parte of course de mí. Beatriz es dentro de un rato, espero que con mucho chocolate. Beatr

dos sensaciones de ayer y hoy

Leo las últimas palabras, cierro despacio el libro y comienzo el andar errante y desamparado. No me gusta la sensación de desasosiego que dejan los libros que enganchan. Miro, remiro, cojo uno y otro. Hojeo y ojeo. Mientras, la cabeza sigue pensando en el montón de protagonistas sepultados entre los lomos del que acabo de leer. En cómo seguirán sus vidas. En lo que nos ha pasado hasta hace un rato. Ha sido tan pichi que cualquier otra historia se me antoja aburridísima.  Vuelvo a coger el libro y lo miro y la portada me traslada a una playa de Irlanda, que es donde quiero estar. Y ¿qué tal si hago la transición con uno de poesía? O con esta guía para alcanzar la serenidad interior de mi profe de yoga. Nah. ¿Y si intento avanzar alguno del montón de empezados-pero-nunca-es-el-momento? Nah. Y sigue el deambular. Mejor me voy a dar una vuelta, que hace un tiempo agradable y M ¿nos vamos a dar una vuelta? vale mamá (C ya ha dicho que pasa, ay los casi 13).

mis lecturas de mayo

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Mayo ha sido mes de lectura fácil, de novelitas entretenidas y ya. Todo muy csi. El cuerpo del delito , de Patricia Cornwell;  El olor de la noche , de Camilleri;  Ella Mahé , de autores varios; el relato Largas noches de lluvia , de Marc R. Soto; Y por fin, el silencio de Alicia G García y La suerte de los irlandeses , de J.L. Rod. Así, si me preguntáis me quedo con Ella Mahé , un cómic estupendo cuya historia se desarrolla en Egipto y va de misterios y excavaciones. Ella Mahé es una restauradora de documentos antiguos a la que acude el museo de El Cairo para que trabaje sobre unos pergaminos. Ella Mahé tiene los ojos de diferente color, como los tenía la primera hija de Akenatón y Nefertiti, desterrada de la corte. Ella Mahé se ve envuelta en un follón monumental.

los días largos

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Los días largos empiezan con sueño y terminan insomnes. Los días largos están llenos de gente que se ríe y no sabes por qué. Los días largos suelen llevar un pleno incorporado y una comida. Y son de mucho hablar. Los demás. Que yo me evado de rechupete. En los días largos me molesta que abran la puerta. Y que la cierren. Me molestan los ruidos y las chorradas. Estoy cansada desde que me levanto y no me apetece vestirme, pero me visto y salgo porque no puedo quedarme en casa y ya. Los días largos son pereza. Son mal. Son ganas del cabo de gata. Son muchas esperanzas de dormir. Un teléfono que echa humo. Mal humor. Zases en toda la boca. Gesto serio. Repito lo del mal humor. En los días largos ¿qué ha pasado que me ha colocado aquí? Y mucho calor. Y echar mucho de menos el cielo gris y el olor de cuando llueve. En los días largos ando sin pins y sin poder aprovechar su ausencia. Compruebo periódicamente si alguien se ha acordado de mí y si es que no, rollo, y si es que sí, rollo t

barking dog don't bite, pero qué mierda...

¡Levántate! Te voy a dar dos hostias que te voy a arrancar la cara y otras lindezas del mismo cariz son las que ponen en pie diariamente a la niña con la que comparto tabique. Me parece indignante que un enano mental tenga la osadía de tratar así a sus hijos. Con gritos, con insultos y con amenazas constantes. Es lamentable, pero es la forma en la que muchos adultos tratan a los niños, sin ni siquiera pensar que se están dirigiendo a personas. No creo yo que al padre de marras le guste despertarse a base de gritos e insultos ajenos. Cada mañana pienso en los dos pobres niños del tabique. En que para ellos eso es lo normal. Que les griten, que les desprecien y que les humillen diariamente es su vida y cuando alguna vez me cruzo con ellos, van tan felices, dando saltitos y eso. Y a mí se me rompe el corazón un poquito más. No saben que otros se despiertan con besos y con canciones y con caricias. Asumen unos padres que gritan, y les quieren y seguramente les admiren en su

las semanas y mis cosas (X)

Últimamente ando de vida social y con ganas del viernes, que será paz. Empiezo a salir de la cueva, se ve. Y moouula. He sentido la gran alegría de volver a ver a S y la gran pena de volver a despedir a M. También, un ratito de chicas con A. Y un fiestón-sorpre de cumple. Todo muy superb. M vive desde hace dos años en Australia, nada menos. Ha venido un par de meses, los justos para casarse y dejarse ver y abrazar y mimar por todos los que la queremos. Mañana vuelve a vivir cabeza abajo y –jo- me dio penita despedirnos otra vez. Estaba tristilla y su media sonrisa no me ayudó a sentirme bien cuando nos separamos en Ópera, ella a sus maletas, yo a mis comisiones. Es que Australia es taaaan inaccesible. No es un lugar al que ir a pasar el fin de semana y allí se siente, pues eso, sola de Madrid.