¡qué baño de pasado!

Diría que comenzó el viernes, pero la historia se remonta a varios meses atrás: justo cumplía 40 y madre (hasta antes de ayer creí que fue cosa de hermanamenor) quiso celebrarlo regalándome un par de entradas para ir a ver a la unión, el grupito light de mis desvelos infantiles.

Y el viernes llegó y allí que me lancé, a la pista de bailes y saltos y dondestabaisdondestabaislalala. En sí mismo, yo delante de la unión ya era bastante revival. No contaba con el paseo previo por mi viejo barrio, con encuentros varios -además, todo muy gracioso, veinte años después me saludaban como si acabara de bajar a comprar un par de litros de leche.

El paseo -las personas con las que fui al concierto me citaron en la alameda, total, yo vivo en el fin del mundo, cualquier sitio está bien para no tener que perderme sola en carabanchel o aluche o así, tierra tremendamente ignota para mi- el paseo, decía fue nostalgia pura, de la buena. El mundo compinchado para que me plantara delante de Rafa Sánchez como en mi última vez, ¿allá por los 17? Igual más. Creo que a los veintipocos los vi en malasaña, cuando vivía por allí, pero ya no fue lo mismo.

De camino al barrio, pasé por el cole.Y no me extiendo más en esto que total, hago bucle.

El concierto, fenomenal. Me gusta incidir en que era de las más jóvenes del público. Todo muy tranquilo, sin las histerias típicas de la adolescencia, pero con esa alegría que da saberte todas las canciones y bailar y saltar y a estas alturas de la vida, tengo el culo gordo y qué.

Por cierto, hablando de todo un poco, los de la unión se mantienen más o menos, pero lo de miguel bosé pordiossssss sé que es muy viejuno lo que voy a decir, pero está empezando a mimetizarse con demi roussos. Qué barbaridad. Y qué pena, también.

Y en esas estaba hoy, hipermadrugando (cosas de madres que invitan a los bebés a la cama sin saber que la invitación es extensiva a ocho peluches tamaño almohada, una linterna, varios ejemplares de reportero doc, unas gafas de visión nocturna, dos libros, una gorra de la liga de la justicia y una peonza) cuando enciendo el teléfono y os-tras un mensaje del pasado hola cómo estás.

Compañero del cole, que si un café (lo del café,... ya sabéis que lo mío es té, pero está tan extendido), que si aquí que si allí, pumba. Terracita al sol de octubre y hala a hablar de ti, de mí, de ahora, de antes, de ellos.

Ya que al final vino a Manza -en el plan original quedábamos a medio camino (en el plan original olvidé que C hoy no tenía cole, lo sé, lo sé, soy un troll)- ha acabado subiendo a mi despacho, conversando con mis compis trabajeros, haciendo enrojecer a C (que es tímida como mamita), invitado a un festival de poesía, medio apalabrando un concierto de piano y yo hablando por los codos, para variar.

Tiene que estar en casa desfibrilando, por lo menos.

Como no podía ser de otra forma, en la parte en la que le he dejado hablar ha salido el tema qué sabes de, que ha terminado conmigo hablando con nuestro amigo común C -que es algo que me gusta, ya veis, estoy en racha- y creo que con ellos hablando también entre sí.

Todo muy fenomenal.

Entre estas cosas y otras, tengo una entrada sobre libros a medio escribir y otra a medio pensar. En la de libros estoy atasacada (i) porque ha pasado tanto tiempo que ni me acuerdo de ellos -lo cual ya es bastante sintomático- ni encuentro el momento de releer para refrescar (a ver si ahora cuando acabe, un poquito de música y vaamooossss) y (ii) porque no sé cómo contar uno de ellos.

Y así voy. Esta última semana muy mirando atrás, que no es algo que haga habitualmente (vamos, no es algo que haga nunca) y probando cosas nuevas: hoy he echado una lotería (no sé cuál), a ver si me tocan nuevemil eurillos para irme a ver a hermanamenor este verano, que anda viviendo en el far far west o así. Y ahora que lo pienso, no tengo ni idea de qué he hecho con los boletos y eso es mal.


En fin, que lo dejo por ahora. A ver si me pongo con lo de los libros ahora que he cogido carrete.

Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared