las semanas y mis cosas (XII)

Ando asimilando el fin de semana. He empezado el curso aquél de profesora de yoga al que me apunté hace mil meses. Casi veinte horas de aprender, experimentar y trabajar una actividad que practico (con grandes dosis de abandono) desde hace unos seis años.

Antes, la cagada de comprarme ocho (nada menos que ocho) camisetas molonas mil tallas por encima de la mía, que ni de pijama, oyes. Para hoy la pereza de volver a la tienda a devolverlas/cambiarlas por otras igual de molonas pero entalladitas por favor.

Después, madrugones increíbles sin despertatroz ni nada. Ahí, abriendo los ojos a las seis como si fuera algo que he hecho antes alguna vez. Debe ser tanto relajar, tanto meditar, tanta felicidad de cerrar los ojos y pensarme en un bosque y tal. El caso es que madrugar sirve para llegar a coles sin jugar a Fernando Alonso en Monza. Y sin despeinarme.
En el trabajo, con marrones, como siempre. Es una lata este mislabiosestánsellados. Estoy deseando dejar que salga todo este veneno a chorros en una entrada dedicada a los que han pasado por aquí. Los buenos y los malos malísimos, que los hay. Bueno, si los hay… Son los más.

Y hablando de mases, ando parada de lecturas y saturada de idasyvenidas. Feliz de otoño. Feliz por dedicar parte de mi tiempo al yoga. Con menos cansancio. Más paciencia. Con una ilusión nuevita, por estrenar. Con libros para estudiar. Mola millones sentarnos los tres alrededor de la mesa, cada uno con sus libros y sus bolis y nuestras meriendas y compartir las tardes de deberes. Ayer, le pregunté a C sus cositas de semántica en el patio. Sentadas las dos en las escaleras, con las caritas llenas de sol de otoño, que es un sol súper chulo. Calienta sin quemar y hace sentir rebién.

He estado en el cine viendo Lasa y Zabala, un peliculón. Lo recomiendo mucho, igual que la conversación posterior sobre la peli, los hechos, las opiniones personalísimas. Es muy dura y como todos tenemos en la cabeza/corazón los años 80, sales del cine con un tornado cerebral importante. Claro, que a lo mejor a mí me afectó más porque la vi tal cual salí del curso, sin transición. Estaba saliendo del curso y Ó: oye, voy a ver esta peli, ¿te vienes?, pues mira sí. Fue un acierto. Y un runrún mental que no se va.

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