irene

Las tardes lentas de verano son fenomenales para dar vueltas por internet. En la de hoy he llegado -no me preguntéis cómo- a la noticia de la muerte temprana de una mujer a la que no tuve el gusto de conocer en vida ni de oídas. 

La noticia me ha impactado porque la mujer murió a las cuarenta a causa de un derrame cerebral. Podéis imaginar el espanto por la cercanía de edades. He empezado a deambular por páginas y fotos y de repente, vaya, he llegado al blog que escribía, y me he quedado.

Y así he pasado la tarde, entre las reflexiones lúcidas de una mujer que debió ser especial y mis propias reflexiones sobre lo que me rodea. Sobre lo que leo, lo que siento, lo que vivo, lo que hago. Y todas las barreras que me pongo para contarlo. O toda la incapacidad de profundizar en este espacio sobre todas esas cosas. 

Un blog es lo que quiere que sea quien lo escribe. Y a lo mejor me estoy equivocando queriendo este naif. No exponiéndome. Auto imponiéndome temas banales y censuras. Podría escribir sobre la hipocresía e idiotez con las que me encuentro cada día. Defender mi trabajo y mis ideas. Entrar al trapo de los comentarios hirientes que seguro recibiría. Me gustaría ser libre para escribir, desmenuzar, desbancar y luchar y no quedarme en esto de las flores y las nubes, que está bien. Que es lo que me impongo, porque bastante negro me encuentro cada día como para llenar también de oscuridad y mal humor este espacio en el que puedo imponer el rosa.

Me han gustado las reflexiones de esta mujer sobre la vida, sobre política, sobre ópera o sobre las moscas. Transmiten serenidad e inteligencia. Además, están escritas en un castellano claro y formidable.

Todo el rollo éste porque me he hecho una idea de cómo debió ser irene, de lo que pensaba y lo que sentía. Si yo muriera ahora, ¿quien pasara por aquí podría saber algo de mí leyendo esto que escribo? Algo real, quiero decir. Pues creo que no. Soy un caracol y he creado un blog-casita a mi medida.

En una escala de superficilidad en la que el 10 fuera el nivel del mar y el 0 las profundidades abisales del pacífico, creo que lo que cuento está en la playa, sin llegar a mojarse los pies.

Y ahora la pregunta bloguera, ¿es esto lo que quiero? ¿quiero seguir en el planeta de las piruletas o quiero escribir comentarios dirigidos a un fin?

Claro, que ahora que estoy a vueltas con la vida y mi futuro lo mismo no es el momento de plantearme esta nimiedad. (otra vez) Claro, que a lo mejor me la planteo por este dar vueltas a la vida y mi futuro.

Tengo que replantearme tantas cosas. Acabo de terminar una partida del monopoly que es la vida y estoy otra vez en la casilla de salida. Con todo por hacer. Con ilusiones. Con miedos. Con dudas. Conmigo. 

Y con este espacio con el que no sé qué hacer. 


Comentarios

Gustavo ha dicho que…
Debe ser la edad...
Yo también escribí una reflexión parecida, acerca de opinar sin enfrentarme, tomar partido sin implicarme, escribir sin volcarme, amar sin comprometerme. Y lo peor es que cuando trato de romper el cículo, con la falta de costumbre se me va la mano, y me lleva a crear tales disonancias que todo el mundo se vuelve me pone esa cara de pensar... "¿y a este que le pasa? ¿de donde ha salido?" Al final acabo sintiéndome honradamente quijotesco, desfaciendo entuertos.
¡¡Nos vemos en los molinos!!

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